jueves, 26 de diciembre de 2019

ENTRE LAS ANGULITAS


 Este folletín por entregas irregulares comienza en

- ¿Qué haces? - Preguntó Manu Majors a su esposa Lin, al verla concentrada sobre las copias impresas de los archivos de Iñigo Arriluze que ocupaban también la mesa del comedor del apartamento -, ¡Vaya! Has ido a la peluquería.
- Sí he ido, que ya me hacía falta. Y estoy leyendo la memoria del concurso de acreedores de Ava, SA.
- ¿Estás en una secta o qué? Nadie lee las memorias de los concursos, son todas iguales, plagios, un “copia y pega” de otras anteriores. Yo he presentado la misma memoria en una docena de expedientes, cambiando los nombres, y nadie ha dicho nada jamás.
- Yo es la primera que leo y me parece interesante.

Y Lin siguió con la lectura de la Memoria presentada en el expediente judicial del concurso de acreedores de Aceros Vizcaínos de Amenabar, SA.

“Aceros vizcaínos de Amenábar, SA fue constituida en Erandio hacia los años 20 del siglo XX por dos empleados de un astillero naval de esta localidad que consideraron que con los conocimientos que poseían podían emprender la aventura de crear una empresa nueva dedicada a la fabricación de aceros de gran calidad muy necesarios en la construcción de buques ya que estimaban que los existentes en el mercado podían ser mejorados para resistir mejor la oxidación. Sin embargo, fueron derivando a especializarse en componentes de precisión de las diferentes máquinas que, además de las propulsoras, se instalaban en los buques, como las grúas, las bombas, ascensores, sistemas de refrigeración y calefacción… que les eran encargados por otros fabricantes del sector naval que giraba en torno a la próxima Ría de Bilbao, la gama de fabricados era muy amplia y los documentos  de la época atestiguaban que la calidad del producto era "extra". En los primeros tiempos de la II República Española, sin cambiar jurídicamente de denominación social, pasó a ser conocida por AVA S.A.

La maquinaria que se requería para la fabricación y control de las piezas era muy diversa (taladros, barrenos, tornos, fresadoras, prensas, escariadores, copiadoras, pulidoras y baños galvánicos) por lo que los conocimientos y habilidades que exigía este tipo de fabricación debían de ser muy amplios y la plantilla enseguida pasó a ser de más de un centenar de empleados, muchos de ellos con una gran formación técnica especializada tanto en ingeniería como en diseño, lo que se conocía entonces por el departamento de « dibujo ».

Durante la contienda derivada del alzamiento militar del 18 de julio de 1936, la fábrica fue destruida, quizá por su situación estratégica en la ribera derecha del Nervión cerca de las defensas del denominado “cinturón de hierro” de Bilbao pero en 1940, una vez terminada la sangrienta guerra, los fundadores de la empresa retomaron el proyecto y construyeron una nueva fábrica que, como la anterior, sita en los llamados campos del moro o de  Amenábar en Erandio,con muchas dificultades, pero en un breve espacio de tiempo fueron capaces de reeditar la gama de productos y de nuevo conseguir ser líderes en el mercado nacional hasta bien entrados los años 70, encabezando y siguiendo el crecimiento del resto de la industria vizcaína.

A finales de 1977 es ya explicita la crisis del sector naval en España. En octubre de ese año la Cámara de Comercio de Bilbao junto a los representantes de empresas auxiliares manifiestan públicamente su preocupación por la reducción de actividad y ven como probable el cierre de numerosas empresas. Se piden ayudas públicas para mantener la actividad en espera de un plan de reestructuración del sector pero la crisis mundial del petróleo, la apertura de mercados y el fin del proteccionismo obligaron a los propietarios, hijos de uno de los fundadores, a reorientar  el negocio hacia otras actividades con la fabricación de productos de acero al carbono y al manganeso para la automoción, maquinaria, industria papelera, cementera, trituración, molienda,  ferrocarriles... pero, dado el escaso valor añadido de estos productos, optó por entrar tanto en el sector de la valvulería que requiere mayor calidad y el empleo de aceros como los aleados y los inoxidables con mayores márgenes pero que se venden en mercados, p.ej.: el petrolero con mayores riesgos como en el sector de la logística interior con la producción de soportes y contenedores para auxilio de la producción en serie.

Esta actividad ha perdurado hasta prácticamente el final de la segunda década del sigo XXI, con diversas incidencias -algunas de ellos ligadas con el terrorismo que asoló nuestro país, como el intento de secuestro del entonces Director General en 1989 -, y una progresiva reducción de plantilla en Erandio que no fue compensada con la creación en 1990 de una planta en Zaragoza, para aprovechar los menores costes salariales de aquella región y la proximidad a un importante cliente, fabricante de automóviles.

El esfuerzo por sobrevivir llevó a la apertura de un centro de producción de los fabricados con menor valor añadido en Rabat (Marruecos) en 2005 que ha sido vendido hace cuatro ejercicios a un grupo industrial francés, a la vez que las instalaciones aragonesas a unos inversores locales que han acabado por cerrarlo definitivamente hace pocas fechas.

Las inyecciones de tesorería obtenidas con la realización de los referidos activos se han volatilizado y la lógica de los mercados ha acabado imponiéndose con repetidos ejercicios económicos con resultados negativos a pesar de todos los riesgos asumidos por la actual propiedad, nietos de uno de los primitivos fundadores. Precisamente la incidencia de los impagados y retrasos en que repetidamente se han convertido tales riesgos lo que ha llevado a la concursada a la situación crítica en la que se encuentra.

Nuestra empresa, procedente de una línea familiar industrial y superviviente a varias crisis históricas como queda dicho, ha venido contando con unos costes financieros desorbitados en el mercado bancario -incluso en la actualidad - , costes de mano de obra muy altos por la incidencia de los salarios comparativos de nuestra región y otros costes fijos también muy altos, por ello obtener una cuenta de explotación que origine un flujo de caja que se vaya convirtiendo en positivo, esto es en beneficios, requiere ciertamente encontrar un producto con un alto valor añadido y que se mantenga diferenciado durante un periodo de tiempo bastante largo antes de que los competidores a menores costes acudan al mismo mercado que nunca es un mercado cautivo sino volátil.

Los socios no pudiendo acudir a financiar  internamente la vida de la sociedad y ante la imposibilidad evidente para alcanzar una financiación externa adecuada o, al menos, negociar de nuevo el endeudamiento alcanzado, acordaron el cese de la administración última y designar nuevos administradores sociales que  pudieran proceder a la búsqueda de una salida, aunque fuera concursal, a la situación que ya se presentaba al final del ejercicio pero los esfuerzos desarrollados por la nueva administración durante el siguiente ejercicio no han dado fruto positivo y por ello al inicio del ejercicio nos vemos en la situación sin salida que la documentación contable adjunta acredita.”

Lin levantó la cabeza después de esta lectura y sonriente pero pensando aún en la historia económica y jurídica de la sociedad del concurso, le dijo a Manu:
- En la peluquería me han dicho que si yo quisiera un esbirro para cargarme a mi marido debería contratarlo entre los antiguos escoltas que, después del cese del terrorismo activo, están sin trabajo ¿Qué te parece?
- Que se dicen muchas chorradas en las peluquerías.
- ¿Le has dicho al Guardia Civil que puede mirar entre los escoltas en paro en vez de entre los delincuentes?
- Son profesionales, supongo que estarán mirando. Lo que he hecho es lo que nos has dicho a Galtzagorri y a mí y he contado al hijo lo que su padre pensaba de sus socios, de la pandilla de bandoleros de la que formaba parte. Me ha dicho que, a pesar de los consejos que le han dado, ni su hermana ni él van a venderles las acciones de la promotora por ahora, pero que no piensan ni acercarse a los consejos de administración por si acaso.
- ¿Sabes quién va a mi peluquería? Maider Simón Iruraiz, la mujer de José Martínez el abogado, ella es la que tiene una galería de arte en la calle Ibáñez de Bilbao, en pleno centro.

Capítulo siguiente

martes, 24 de diciembre de 2019

CULOS NEGROS

 Este folletín por entregas irregulares comienza en

La mañana ventosa y la lluvia que el viento metía en todas partes hacía que las calles de Bilbao fueran difíciles de transitar para las miles de personas que iniciaban su jornada laboral por las oficinas y despachos del centro de la ciudad. Al llegar a sus centros de trabajo tenían que sacudirse de encima el mal humor y la desagradable humedad que les envolvía.
Jon Galtzagorri con una taza de café en la mano observaba el espectáculo de peatones corriendo y resbalando por las aceras, del atasco inacabable de coches y autobuses por la calzada, las ráfagas de viento que golpeaban las vidrieras del despacho de Manu Majors invitaban a no salir a la calle. El abogado bilbaíno había conectado un ordenador portátil a un proyector que iluminaba una pared de la que había descolgado un paisaje nevado de Juan Luis Goenaga para que el muro hiciera de pantalla, el cuadro apoyado contra la biblioteca invitaba desde el suelo enmoquetado a viajar a un inexistente país de blanco algodón y de árboles humanizados. Además del laptop, sobre la mesa se ordenaban miles de folios en montones de diferentes alturas.
- En resumen, la única diferencia entre lo que estaba en la caja fuerte de aquí y lo que la Guardia Civil encontró en Mallorca – Majors hablaba hacia la espalda de Galtzagorri que permanecía desde hacía un rato con la frente apoyada contra el cristal del mirador y la taza vacía en la mano -, es un resumen que Iñigo había hecho de toda la promoción inmobiliaria para concluir en su decisión de salirse de la sociedad, de “Ipurbeltz etxebizitza, S.A.”, de forma inmediata.
- Puso por escrito lo que debió haber dicho a sus socios con anterioridad – Galtzagorri se volvió y cogió unos folios grapados de la mesa -, el Guardia Civil coincide con nosotros en que esto convierte en sospechosos a todos los nombres que aparecen relacionados aquí ¿Quién de ellos dio el paso de cargárselo? ¿Has llamado a su hijo para contárselo?
- Creo que no es aún el momento, decirle a la familia que personas que conocen de toda la vida, que han llorado con ellos estos meses, que les tratan todos los días… son posiblemente los beneficiados directamente por la muerte de su padre y, por tanto, quienes han desencadenado su asesinato, me parece que no va a ser útil y que puede servir para que se creen confusiones y nunca se averigüe la verdad. Sin embargo, hay que dejar que la Guardia Civil haga su trabajo y el asunto ya nos supera los aficionados.
- Si no fuera por mi sobrino hacker, habría pasado mucho tiempo y ni nosotros ni la Guardia Civil hubiéramos sabido que el arquitecto Roberto Fernández de Lerchundi, posiblemente uno de sus compañeros de la logia masónica, le avisó sin quererlo de que la adquisición de los terrenos industriales de “Aceros vizcaínos de Amenábar, SA” en el concurso de acreedores era extraña.
- El precio que pagó Ipurbeltz era menos de la mitad del valor que el arquitecto había establecido para el Juzgado Mercantil en el informe que realizó, bueno, en uno de los informes que realizó, porque hizo tres informes con valoraciones muy diferentes y todos con la misma apariencia de racionabilidad y solo el de valor más inferior estaba en el expediente judicial del concurso ¿Los hizo “motu propio” o se le pagó por ellos?
- Se le pagó por ese trabajo, claro. Y lo que pagó “Ipurbeltz etxebizitza, S.A.” viene a corresponderse con la valoración intermedia, pero a la cuenta del Juzgado solo llegó la cuantía mínima, mientras que la diferencia se abonó a “Adams & sons, PLC” un conglomerado británico de arquitectos por su innecesaria intermediación en la operación. Supongo que este “pase” causó el cabreo de Lerchundi y que se le fuese la lengua con Arriluze.
- Además “Adams & sons” es una mera herramienta, como descubrió el difunto, de una compañía basada en la Isla de Man y conocida por “First pioneer limited” cuyo contacto en España es un despacho de abogados catalán, casualmente también, “Figueruelas y asociados”.
- Y casualmente, por cierto, el abogado que lleva el concurso de acreedores de “Aceros vizcaínos de Amenazar” es miembro de la sucursal bilbaína de los “figueruelos” y más casualidad, el auditor que es el administrador concursal y liquidador de la concursada es un profesional de reconocida experiencia y de gran prestigio en la industria financiera de nuestra villa, Antton Mendoza, que colabora frecuentemente con el Sr. Martínez de Gurruchaga, con quien incluso comparte vacaciones, las escasas ocasiones que el trabajo de ambos les permite tomarse un descanso en sus adictivas actividades.
- Todo muy bonito y muy nuestro: socios del mismo txoko, compañeros de palco en San Mamés, comensales de la misma mesas en el batzoki del barrio, pareja en el campeonato de mus y asociados en los transparentes negocios que les permiten un pasar por este valle de lágrimas…
- Y eso sin contar con la pasta que se pueda obtener de la operación inmobiliaria, prácticamente 5.000 viviendas, el 50% de VPO y el 50% libres que no está nada mal en estos tiempos de crisis del ladrillo.
- Además si le pides al comprador un poco de dinero en B a cambio de perdonarle algo de IVA seguro que se saca, por lo menos, 10.000 euros en negro por vivienda o sea 50.000.000 de euros que siempre es un problema para blanquear.
- Pero la mitad son VPO.
- A ésos, esta buena gente les sacará 20.000 bajo mesa, que se van a llevar el habitáculo a un precio de saldo. Y además, como se controlan tanto los billetes de 500 euros, el dinero de color ahora parece de reportaje sobre traficantes de droga.
- En resumen, es una gran operación urbanística que hace crecer la ciudad a la vez que genera riqueza y empleo porque la de autónomos, contratas, subcontratas, concejales y burócratas que van a nutrirse de ello, sin olvidar los impuestos de nuestra Ogasuna y las cotizaciones de la Seguridad Social.
- ¡E Iñigo Arriluze queriendo saltar del tren en marcha por pruritos de honradez que no están de moda!
- Leyendo sus conclusiones me recordaba de cuando vas por el monte y hay una carroña, lo descubres porque ves a los buitres volando en círculos pero normalmente el olor insoportable te impide acercarte y ver toda la vida que hay sobre el cadáver, no sólo cuervos, sobre todo insectos que bullen arracimados sobre los despojos… yo una vez tuve que acercarme, lo que parecía una oveja era un pobre tipo que había desaparecido unas semanas antes. Arriluze da nombre y apellidos de los cuervos, de los buitres, de los escarabajos necrófagos, las moscas…
- Y concluye con la mujer de Martínez de Gurruchaga que tiene una galería de arte para convertir la cadaverina en caviar.



miércoles, 18 de diciembre de 2019

RITOS DE CORTEJO Y FECUNDACIÓN

 Este folletín por entregas irregulares comienza en


Cuando Begoña Bergareche Ibarra coincidió con Iñigo de Arriluze y Saint Lon les Mines en el ascensor por primera vez pensó que era un viejo elegante. Como llovía, ambos habían entregado sus paraguas al conserje del edificio y se sacudían las gotas que inevitablemente les caían de las mangas sonriéndose mutuamente, Iñigo dijo una simpleza sobre la fina lluvia que la brisa pulverizaba en aquella mañana bilbaina y que tan necesaria era para el equilibrio mental de la población de la villa, presa por unas semanas de una de esas sequías cada vez más largas del otoño vasco. Begoña le respondió con otra tont
ería tan tópica como cualquiera de las que se dicen en esas situaciones.
El viejo elegante empezó a asomarse por el despacho de abogados en que Begoña trabajaba y a entablar conversaciones intrascendentes sobre acontecimientos culturales locales, dejando caer que le había visto en alguno de los conciertos de la Filarmónica, como de hecho también ella empezó a verle en tales conciertos según la temporada iba avanzando. Poco a poco, aquellas conversaciones y encuentros tan intrascendentes, fueron transformando la imagen de Iñigo, en los ojos de Begoña, en la de un maduro bien conservado e, incluso, en la de un hombre mayor pero interesante y Begoña pasó de compararlo con su padre a compararlo con su novio, mejor dicho con su exnovio, porque, aunque había sido su novio durante diez años, diez largos años vistos desde aquella actualidad de Begoña, había roto con Valentín justo antes del verano para disgusto de ambas familias, la de Begoña que veía muy bien el inevitable matrimonio de su hija con el primogénito de una familia industrial tan arraigada en el Señorío, los Carvajal, cuya actividad industrial proveía de armas y explosivos a ejércitos de todo el mundo.
De hecho Valentín de Carvajal y Gil-Merodio había sido el único novio conocido de Begoña y, este detalle no lo conocía la familia, quien le había desvirgado en una nochevieja de mucho alcohol durante una elegante fiesta en el chalet familiar de las Arenas, porque Begoña había llegado virgen a 2º de carrera, cosa bastante infrecuente para una joven nacida entre los ochenta y los noventa años del siglo pasado. Aquella penetración un poco sorprendente para los dos posiblemente, estaban buscando el abrigo de Begoña que había dejado con los de otros invitados sobre una de las camas de una de las innumerables habitaciones de la casa, cuando cayeron sobre el montón de prendas mientras se besaban con lujuria juvenil y muchas babas, así que siguieron metiéndose las manos en las mismas zonas íntimas en las que habitualmente lo hacían en coches y rincones oscuros, hasta que Valentín le quitó las bragas rojas y se las colocó él mismo a modo de sombrerito de fiesta
y mientras Begoña le miraba con más curiosidad que otra cosa desde su nube de champagne, una tetilla al aire y las piernas con los zapatos de tacón dirigidas en diagonal hacia una cenefa de flores de lis en el estuco que decoraba las paredes, Valentín acertó a bajarse pantalones y calzoncillos y abalanzándose sobre ella a introducir su erección hasta el límite de su palmo y medio de longitud, luego emprendió un vaivén, “se masturbó en mi interior” pensó Begoña unos días más tarde, hasta que eyaculó. Y aunque aquella decepcionante experiencia, con limpieza insuficiente posterior y regreso sola en taxi a casa, quizá hubiera merecido ser la última entre ambos, fue el inicio de su noviazgo de verdad, sin embargo. Cuando, después de unos días de zozobra, tuvo seguridad de que no estaba embarazada y los dos pudieron llegar a la primavera tranquilos, se hicieron la pareja indisoluble que no se separaban ni en la universidad ni en los fines de semana y, después de unos meses de preservativos, Begoña pasó a la píldora anticonceptiva, ya que la rutina del coito después de estudiar juntos en una de las dos casas o en las excursiones de fin de semana y vacaciones, se impuso y las familias tácitamente aceptaron aquellas relaciones prematrimoniales como inevitables, porque eran claramente prematrimoniales, sobre todo cuando Valentínsee incorporó al negocio familiar y Begoña empezó de pasante en Figueruelas y Asociados. Pero Valentín bebía mucho, incluso para ser de Bilbao bebía mucho, y tuvo algún disgusto por dar positivo en controles de alcoholemia y Begoña cada vez veía más claro que su novio y futuro marido - se iba acercando a la edad límite de la treintena que su madre enfocaba repetidamente como meta a alcanzar casada, como todas sus amigas ya habían hecho -, era un alcohólico y cuando al regreso de un viaje de negocios a Arabia Saudita, “allá no voy a beber nada” le dijo al despedirse, se le cayó una papelina de cocaína del bolsillo, al sacar la joyita que de regalo de había comprado en el “duty free” del aeropuerto de Barajas, Begoña se plantó, la verdad es que lo llevaba rumiando demasiado tiempo y le mandó literalmente “a tomar por culo con tus amigos del Landachueta”.
Así que llevaba más de un año, cumplidos los treinta sin trauma alguno, descansando de píldoras anticonceptivas y de novios babosos, saliendo con sus amigas que ya estaban en edad de irse separando o divorciando, sublimando las ganas de sexo con relajantes sesiones de juegos digitales que le resultaban más satisfactorios que los fornicios atléticos con Valentín, haciendo vida sana por los mejores gimnasios de Bilbao y siendo bastante feliz pero sin apercibirse de ello.
Cuando Iñigo de Arriluze le invitó, en el ascensor, a un concierto de rock en el BEC que se iba a celebrar un par de meses más tarde y nadie en Bilbao lo sabía aún no le sorprendió, quizá lo del concierto de aquella estrella internacional sí, pero la invitación a algo, lo que fuera, no. Y después de aceptar aquella invitación a meses vista, también aceptó una primera invitación a una cena informal en una taberna de las “Siete calles” y a una cena más formal después del concierto de la Filarmónica e Iñigo empezó a llamarle con frecuencia semanal pero sin quedar para salir muchas veces, sino para charlar un rato antes de dormir, así que a las tres semanas de aquella primera invitación comenzó a tomar la píldora de nuevo.
La vuelta a la anticoncepción coincidió inmediatamente con una mayor presencia de Iñigo en su vida, comían el menú del día del figón más próximo al despacho juntos, Iñigo cambió su abono para estar sentado a su lado en los conciertos, a veces le llevaba en coche hasta su portal después de recogerla a la salida del gimnasio y, cuando los besos en las mejillas se convirtieron en besos en los labios, Begoña devoró aquellos labios hasta que él tomó un respiro para proponerle un largo fin de semana juntos en Biarritz.
Así que después de cambiar las citas profesionales del viernes, un jueves a las 6 de la tarde salieron en el coche del financiero desde Bilbao, la capital real de Euskal Herria, hacia Biarritz, el verdadero balneario imperial de Euskal Herria.
El Hôtel de Silhouette no tiene vistas, en realidad hay que subir a la terraza para otear el mar y las montañas en el horizonte, pero no necesita las vistas, bien situado junto al mercado y las calles comerciales, es un pequeño hotel de lujo y confort. Dejaron las maletas en la habitación al llegar, la hora de cenar en Francia, Begoña apenas pudo ver que la habitación daba a un jardín arbolado, Iñigo le trataba como con miedo de molestarla o atosigarla, cenaron en un bistró de la misma calle, una mesa alta situada sobre un suelo trasparente que dejaba ver una bodega, la cena estaba deliciosa pero ninguno de los dos tenía mucho apetito de comida. Iñigo le hablaba de viajes de niño a Biarritz con su madre y su cuadrilla de amigas pijas para dejarse las pesetas de la sisa a los maridos en boutiques, grandes almacenes y pastelerías barrocas, y sus ojos eran de un niño asombrado, un niño que estaba admirando el pastel que se iba a devorar.
No sonaban las 10 en la iglesia de la Plaza y Begoña se estaba desnudando en el reducido baño de la habitación, su cuerpo era hermoso, horas de ejercicio y vida sana, su pecho se sostenía en su volumen de refrán -”la buena teta en la mano quepa” se dijo -, después de dudar se dejó las bragas y asomó la cabeza, Iñigo estaba descalzo pero con la camisa abierta, un poco de tripa de cincuentón, con la luz encendida,
- Apaga la luz, desnúdate y métete en la cama – le pidió sin abrir la puerta del todo mientras se quitaba definitivamente las bragas con la mano oculta -.
- Te quiero ver – dijo él y se desnudó inmediatamente, dejando con cuidado su ropa en la silla de debajo la televisión -.
Luego él se volvió desnudo y ella pudo observar su miembro medianamente erguido ya, grueso, el doble de diámetro que el de Valentín, su medida de comparación, él abrió la cama y se tumbó sin cubrirse mirando hacia ella que salió a la luz con los brazos abiertos hacia él como una Inmaculada de Murillo tiene la actitud de ofrecerse al espectador – Iñigo no pudo evitar hacerse mentalmente esta comparación - . La reacción masculina fue inmediata y completa, como la barrera de un aparcamiento, la verga se alzó del todo automáticamente a aquella señal de la mujer.
Él apagó la luz cuando ella se acostaba. No hubo muchas palabras, se acariciaron y se besaron, Iñigo con una lentitud casi exasperante, Begoña con voracidad, como si el tiempo le fuera a faltar.
- ¿Hace falta que me ponga condón? - Preguntó después de percibir en sus dedos que la situación estaba ya como la colada de acero al rojo blanco -.
- Si no me vas a contagiar nada, no. Desde que te vi la primera vez – ella mintió inconscientemente -, estoy tomando píldoras anticonceptivas.
Y él la penetró con la misma lentitud y cariño y enseguida encontraron un ritmo conveniente para ambos hasta que Begoña tuvo el primer orgasmo de su vida en pareja y supo que quería más, muchos más, con aquella persona, con aquella persona que roncaba ya a su lado ¿Cómo lo había hecho? Panza arriba, Iñigo no se despertó ni cuando Begoña encendió la luz para observarle, la erección seguí allí sobrepasando aquel comienzo de tripa cervecera, así que se sentó a horcajadas encima de él, se colocó el miembro en la entrada del receptáculo vaginal y empezó a marcar un ritmo, su ritmo, que acompañaban las olas de la resaca que le parecía oír a lo lejos.
Fueron tres días y tres noches que a los dos les parecieron un sueño y toda la vida a la vez. La vuelta hacia Bilbao por la autopista les puso un humor triste al principio, pero para la altura de la frontera, Iñigo ya le había preguntado si cuándo se casaran ella iba a seguir tomando la píldora, ella le dijo que no había planeado ni casarse ni tener hijos. A la altura de Deba sonó el teléfono, era la hija de él, otra Begoña, que le saludó, dejando en evidencia que su padre le había confiado sus planes y que les invitaba a cenar si no estaban demasiado cansados. Pasando Eibar, Iñigo le confesó que sus hijos estaban encantados con que su padre tuviera novia, que la novia fuera más joven que ellos, que esperaban que se casara y que tuviera algún hijo más...
… El tiempo, sin embargo, había pasado y Begoña Bergareche Ibarra recordaba todo esto dos meses después de que un asesino hubiera acabado para siempre con aquel madurito interesante que le echó los tejos en el ascensor del despacho, lo recordaba en bucle, una y otra vez, mientras se paseaba sola por aquel enorme piso, museo de sus recuerdos compartidos, solo el niño, ahora con los abuelos maternos en la playa de Plentzia, le mantenía viva.

Capítulo siguiente