Generalmente los que seguimos el rugby también seguimos el fútbol, los de aquí seguimos los de nuestros clubes más cercanos a nuestro corazón ya sea
Anunciada la próxima visita del Biarritz, quizá por partida doble, con un llenazo asegurado en el templo de la pelota esférica, muchos volvemos a tener la esperanza de que las cosas vayan cambiando y que dentro de poco tiempo el estadio esté repleto para presenciar un partido de rugby de máxima rivalidad guipuzcoana aunque para ello haga falta aún mucha profesionalización y mucho marketing en nuestro deporte pero sin incurrir en los errores del fútbol que ha llegado a producir la huida del espectador de los estadios a base de retransmisiones televisivas, de precios disparatados de las entradas y, sobre todo, de aburrimiento. Estamos hablando de dinero, audiencia, derechos de televisión, patrocinios, profesionales del rugby… y la realidad que tenemos es desoladora para nuestro rugby más cercano que no sabe relacionarse siquiera con los medios de comunicación y obtener que vayan llevando poco a poco espectadores a los terrenos de juego. Los que seguimos el rugby también seguimos el fútbol pero ya es hora de que extraigamos consecuencias comerciales de la contemplación del fenómeno mediático que sigue siendo para incrementar la atención sobre el producto rugby que es bien distinto y que va a crecer, si no lo hacemos muy mal, en los próximos años también por estos pagos.
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