Otro aspecto ambiental importante es el de las canciones que acompañan antes, durante y en el tercer medio tiempo colectivo a los espectadores del encuentro. La música que los seguidores del Biarritz ponen a su equipo ya nos es bien conocida y va desde el Boga Boga hasta Paquito Chocolatero pero nos tendrán que pasar la letra y música del himno del Club -que parece sonar a un coro de opereta de Luís Mariano-, si quieren que el público donostiarra se sume a su entusiasmo. En cuanto a los seguidores ingleses supongo que con aprendernos la popular “Boy meets girl” bastará pero no creo que su letra sea muy correcta con el lado femenino de este deporte por retrotraernos a tiempos machistas ya superados.
Efectivamente la tradición del rugby se ha hecho desde raíces muy masculinas y no es hasta hace bien poco que se ha admitido la existencia de la homosexualidad entre sus practicantes –supongo que existe en la misma proporción que en el resto de la sociedad-, incluso con la aparición de equipos que se declaran gays expresamente y que compiten no sólo en torneos de rugby entre ellos sino en todo tipo de campeonatos oficiales en Inglaterra, Estados Unidos, Nueva Zelanda... y hasta en Argentina. Parece que el poder rosa está dejando el armario vacío en el vestuario en muchos sitios y ya no queda ni el “western” como refugio y menos el de ovejeros vascos.
En fin, con el lógico temor a las segundas partes, el rugby internacional nos visita dentro de un mes escaso, apenas quedan dos semanas para la apertura de taquillas y la expectación está creciendo dentro del rugby guipuzcoano.
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