Las raíces navarras, que uno tiene por vasco, duelen un poco
estos días en que Imanol Harinordoquy, más navarro que labortano, está siendo
salpicado un poco por la polémica previa al partido que va a enfrentar la
selección francesa con la de Nueva Zelanda. Los neozelandeses reclaman la
presencia del canterano de US Nafarroa en el quince titular como garantía de
lucha. Pero Marc Lievremont –cesado antes de empezar la Copa del Mundo-, ha hecho “su
alineación” sin atender a unos y a otros y, en cierta manera, señalando a
Imanol como uno de los responsables del mal juego francés contra Japón –frente
a Canadá ya salió para 5 minutos sólo-.
Suelo equivocarme en los pronósticos pero
creo que es
suicida la actitud del seleccionador galo -aunque sea con el fin de
evitar cruzarse con Wallabies y Springboks seguidamente-, a no ser que
previendo una verdadera
paliza con independencia de quien salga al terreno frente a unos
supermotivados
All Blacks, se ofrece como carnero sacrificial para preservar la moral
de sus
mejores hombres para la siguiente fase, pero Lievremont no es Richelieu
precisamente.
Pero el rugby es un combate colectivo entre treinta
ajedrecistas con un balón oval y no sólo está el Mundial, sino que ya hemos
empezado a atisbar desde Ordizia el nivel, más alto, que la Liga en División de Honor nos
va a traer esta temporada. Y lo que se vio el domingo en Altamira fue un
combate igualado y primitivo que debe servir para que nuestro equipo
guipuzcoano acuda a Sant Boi este domingo a hacerse con un buen botín antes de recibir
a los temibles pucelanos la siguiente semana.
Y a falta de equipos navarros, con los que fraternal y
ancestralmente guerrear, en las dos divisiones superiores, los guipuzcoanos
tenemos a los vizcaínos que no es poco y en un par de semanas ya estarán las
competiciones en que podremos compartir una vez más sangre, sudor y...