Los casheros de verdad no han podido bajar a la plaza, se han quedado a cuidar su amor de vaca. El buen baserritarra está enamorado de una de sus vacas como el toro aquel se quedaba enganchado de la luna, por eso hoy le ha dado su calor más tierno, no sea que se le resfríe y lo más que ha hecho es meterse un par de patxaranes entre pecho y espalda.
Farmacia de guardia no se dice ertzainaren botika.
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