viernes, 28 de mayo de 2010

IN ILLO TEMPORE

En aquel tiempo, final de temporada, caminaba solo por un rincón de Ovalia –no necesariamente ése donde las basuras trepan por las paredes-, cuando se encontró con unos dirigentes de los fariseos que, en viéndole, le interpelaron, exhibiéndole euro (poco), incienso y mirra:
-Vente con nosotros a nuestro equipo que tenemos un gran proyecto y deja atrás a esos frustrados de apóstoles del rugby que tu porvenir está un club más importante...
Como pudo les esquivó, a pesar de que sus palabras se le grabaron en el corazón y no podía dejar de pensar que algo de razón ya tenían. Pero a la vuelta de una esquina se tropezó con un saduceo de acento extranjero que le instó mientras le mostraba títulos, estudios y gráficos:
-Vente con nosotros a nuestro equipo que tenemos un gran proyecto y deja atrás a esos frustrados de apóstoles del rugby que tu porvenir está un club más importante...
Como pudo le esquivó, a pesar de que sus palabras algo sí se le grabaron en el corazón y no podía dejar de pensar que algo de verdad en ellas había. Y se fue hacia casa de su madre en busca de su buen consejo, sin embargo se le cruzó en su rumbo la Magdalena vestida, es un decir, de marcha y le habló seductoramente:
-Vete con otros a un gran equipo que tienen grandes proyectos y deja atrás a esos frustrados de apóstoles del rugby que tu porvenir y quizá el mío está un club más importante...
Como pudo la esquivó –con lo que ella le mandó al desierto de Onán sin contemplaciones-, a pesar de que sus palabras se le quedaron en el corazón y no podía evitar pensar que algo, algo, podía pasar. Así que entró en una acogedora sombra de taberna pues se encontraba sediento. Y allí el diablo, desde detrás de la barra, le dijo:
- ¿Qué deseas?
- Un gin tonic no muy cargado –contestó, cayendo en una de las tentaciones.

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