-Todo lo que hay en el suelo es hierba –le expliqué a mi
amigo-, por eso el medio de melé se está limpiando los tacos de la bota en la
pierna del contrario que asoma bajo el montón.
-Pero está caído y no se puede defender –me insistió
alarmado ante las imágenes que el realizador
repetía-, y luego decís que el rugby es un juego noble.
- Esa pierna impide la salida del balón, si quiere que no le
den ya la retirará y dejará que el balón salga –a veces resulta un poco
complicado explicar lo que nos resulta obvio desde dentro-.
La televisión ha acercado el rugby a nuestros hogares y
muchas veces las imágenes más impactantes son de difícil digestión para el
espectador profano, sobre todo cuando los comentaristas televisivos suelen optar
por hacer como si no existieran esos momentos en que en un agrupamiento, un
ruck, la disputa del balón lleva a unos
a impedir su salida por todos los medios, mientras que los otros procuran
disponer del balón mediante patadas y pisotones en todo –ese todo es humano-,
que lo impida.
Por muy noble que sea el juego, siempre hay trampas en busca
de una ventaja y en nuestro deporte el restablecimiento de la justicia de forma
contundente está dentro de lo admisible en el espíritu del rugby. El criterio
del árbitro es el que debe prevalecer, permitiendo o cortando estas acciones,
para que el juego fluya. Parece que el rugby en esto es también una escuela de
la vida que requiere que la intervención de la justicia oficial, el árbitro,
sea lo mínima posible pero todo esto es muy difícil de explicar sin haberlo
vivido, sin tener un dedo machacado por haberse dejado la mano demasiado tiempo
sobre un balón que ya no era tuyo, mientras:
-Todo lo que hay en el suelo es hierba.
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