Español: Marcha de las putas en Costa Rica, frente a la catedral metropolitana (Photo credit: Wikipedia) |
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La sociedad española, la sociedad vasca es la
quintaesencia de la sociedad española, es totalmente inmoral –Me dice Félix Maurizzio
sirviéndome un “macallan” generosamente en la cubierta del yate-, tenemos la
misma relación con la corrupción que con el alcohol: todo el mundo puede
emborracharse mientras no le cojan conduciendo, todo el mundo puede robar
mientras no le coja la Udef
o la Udyco o
quien sea…
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“Yo en su puesto haría lo mismo” es una frase muy
habitual en cualquier tertulia cuando se habla de corrupción de políticos –Añade
el Marqués de Erlategia sumando unos cubos de hielo, quizá demasiados, en su
vaso-, lo cual indica que abunda más la envidia que la ética.
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Pero nos centramos en los políticos, cuando la
inmoralidad es de igual nivel entre banqueros, jueces, periodistas, economistas
o albañiles –Matiza Félix que vuelve a completar la ronda de perfumado whisky
hasta vaciar la botella-, o jugadores de rugby, vascos o no.
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Gracias por la alusión –Aguanto su mirada lo que puedo,
aunque la bruma de la bahía y el balanceo me están perturbando el espíritu-,
pero algunos opinamos que no merece la pena enfangarse para pagarse putas y cocaína
y dejar una herencia de mierda a los hijos…
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Lo de putas y cocaína se puede decir de los políticos
andaluces, los vascos tenemos inexplicables gastos –El de Erletegia se pone de
pie, enorme, y se dispone a mear por la borda-, pero en el batzoki no entran ni
putas ni coca.
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Y no somos traficantes de armas sino industriales
armeros –Otra botella es desvirgada por la sabia mano de Félix-, y las
instituciones no nos regalan patrimonio público sino que invierten en el futuro
del país.
Miro al horizonte, que ya baila
demasiado para mi gusto, esperando que la galerna nos ponga rumbo al puerto.
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