lunes, 28 de septiembre de 2015

WEMBLEY


Según se entra a la sala de máquinas de cierto polideportivo guipuzcoano, a la derecha hay unas cintas sin fin, desde la inauguración parece estar una fibrosa abuela maratoniana galopando sobre una de ellas, les siguen las elípticas con sus bastones de esquí preparados para abrir una ceja al más torpe de la clase y luego las bicicletas estáticas. Por la izquierda se sitúan los potros metálicos inspirados en las salas de interrogatorio de la Inquisición. A primera hora de la mañana los altavoces reproducen una antología de éxitos de Madonna y sobre ellos solo de oye el mecánico golpeteo de los pies de la veterana atleta local, mientras que Murray lee en su libro electrónico que se apoya en el manillar de la bicicleta que soporta su cuerpo. Cuerpo embutido, muy embutido, en una camiseta azul con el logo de la Rugby World Cup 2015 y los escudos de las  veinte federaciones participantes. Cuando Jon Galtzagorri, con la misma camiseta en rosa, entra, se coloca en la elíptica de su lado y le saluda.
-          Parece que Ordizia y Hernani han hecho sus deberes en nuestra ausencia y empiezan bien esta liga.
-          Las películas buenas empiezan con una explosión y luego tienen que ir a más –Murray le contesta, abandonando su lectura pero siguiendo en su rítmico pedaleo- ¿Tú también a sudar las calorías que hemos traído de London?
-          ¡Qué remedio! ¿Cuándo has visto tú estadios con escaleras mecánicas o ascensores para subir al gallinero? ¿Y fuentes inagotables de cerveza al alcance de la mano sin apenas moverte del asiento?
-          ¡Algunos fuimos por el rugby! Y hubo rugby. A pesar de que el campo era de las mínimas dimensiones reglamentarias en Wembley, los Pumas lo hicieron grande, muy grande, pero los Kiwis no se dejaron comer.
-          A los que se les atragantó el sushi fue a los Springboks. Pero tienes razón con lo de Wembley, nunca he visto un área de ensayo más pequeña en un partido internacional.


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