Manuel de Codage (Photo credit: Wikipedia) |
El Club de Golf se encuentra en un entorno rural vasco de
todos los tópicos: prados verdes que se ondulan hasta la obscura cadena pirenaica
al sur, un celaje de lluvia fina tamiza la luz, ganado disperso, los límites
entre las propiedades marcados por hileras de árboles, caseríos pintados y esparcidos
por un decorador caprichoso en el paisaje… El Torneo amistoso entre
profesionales de la misma actividad reúne a quienes no se han visto hace
tiempo, recuerdos de separaciones y divorcios societarios, viejos chistes,
mentiras amistosas, tripas en desarrollo, arrugas, alopecias y preguntas por
pasar el tiempo hasta el reparto de premios para todos.
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¿Cómo dejaste la firma que fundaste?
No se lo han preguntado con intención aparente pero el
interrogado, pega un sorbo a la cerveza, evalúa al curioso con sus ojos
entrecerrados, sonríe y contesta con un tono irónico.
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Se me cayó el jabón de la ética en la ducha
colectiva y me agaché a recogerlo.
La respuesta ha coincidido con un cierto silencio y se ha oído
en varios corros. Luego los comentarios vuelven a formar un cierto ambiente sonoro,
pero otro de los participantes, quizá porque conoce a quien ha respondido e
intuye la pregunta formulada, se acerca y suelta:
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¿Y uno de tus antiguos socios te dio por detrás?
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¿Uno? Todos, no falló ninguno.
Hay como un rumor aprobatorio e incluso los dos que han
preguntado se ríen un poco y hacen un gesto cariñoso al que ha dado la
explicación que no parece sorprenderles. Tampoco a la longilínea mujer del
primero que, habiendo seguido la conversación desde su estatura, acerca un
cuenco de patatas fritas.
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Se te ve mejor desde que saliste de aquella
cueva de bandidos.
La presidencia reclama un momento de atención y anuncia que
los trofeos se van a entregar.