El desangelado Mini Estadio de Anoeta alberga la preparación
de unos jóvenes que realizan ejercicios de entrenamiento para adaptarse al
juego de rugby a siete. Un grupo de
paseantes les observa desde la valla que separa esta instalación del paseo. El
desmesurado frontón, las piscinas forman el decorado a espaldas de los amigos
que, después de aparcar, se dirigían a la conocida instalación hostelera que
existe a un lado de la cáscara vacía de hormigón que es el actual Gran Estadio,
y futuro más grande campo de fútbol, de Anoeta.
Español: Vista del Estadio Anoeta con la tribuna oeste al frente, previo al encuentro de Segunda División frente al Hércules Club de Fútbol, el 4 de abril de 2010. (Photo credit: Wikipedia) |
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Pero no conviene decirlo –Murray interviene-, ya
que da un cierto espectáculo y atrae espectadores de pago, aunque excluya
practicantes ¡Rugby business!
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A veces callarse es una virtud: uno es dueño de
sus silencios y esclavo de sus palabras –Comenta el Barón de la Florida-. A
veces callarse es pecado, si uno ve venir el lobo feroz, debe decírselo a
caperucita roja, luego que ella, si es una persona con plena capacidad, haga lo
que quiera.
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Hay silencios clamorosos –Galtzagorri se ha
detenido como analizando la estructura del estadio que les envuelve con su fría sombra-, de
quienes se supone que tienen que hablar para que el ciudadano esté informado,
esos silencios que propician el escándalo, cuando estalla el escándalo y, en
este país, siempre acaba estallando.
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Pero somos humanos, demasiado humanos –El Marqués
le coge del hombro y lo vuelve a dirigir hacia la otra acera-, y a veces cumplir el deber de publicar lleva a
la retirada de patrocinios, publicidad, pérdida de ingresos, enemistades
eternas… así que se deja pasar el tiempo o se publica la noticia incómoda bajo
titulares embusteros para maquillar los escrúpulos y no tener roces.
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Tiempos
difíciles para navegar en el mar revuelto de la prensa libre –Concluye Galtzagorri
entrando en el restaurante-.
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