Nunc est bibendum (now is the time to drink), 1898 poster of the Michelin. (Photo credit: Wikipedia) |
A veces cuando una ciudadana o ciudadano de los “normalitos”
llega a uno de esos restaurantes nuestros de prestigio entre los críticos
gastronómicos, aunque no tenga que pagar la inalcanzable factura, se sorprende
desagradablemente, no suele haber texturas del neumático que les pone las
estrellas en los productos que sirven y rara vez se percibe el aroma de goma
quemada en las salsas, pero las ganas de gritar que “el rey está desnudo” se
retienen infantilmente en la garganta de la ciudadana o del ciudadano, a veces
transformándose, para sonrisa suficiente del siempre entendido que ha invitado,
en un ridículo “la sopa de pescado de mi amá es insuperable”. A Michelin,
aparte de sus fábricas, los vascos le debemos que haya llenado su afamada guía
con el reconocimiento de nuestras cabezas de cartel de la actual faceta más
importante, para muchos, de la cultura vasca, la cocina.
En el rugby francés hay un equipo el ASM Clermont Ferrand,
favorito frustrado habitualmente, que nació, hace prácticamente un siglo, de la
filosofía de esta empresa familiar -inicialmente la “M” de la denominación del
Club quería decir Michelin-, que patrocinaron el rugby como una manera de que
sus trabajadores practicaran el deporte, el espíritu competitivo y los valores
de la propia superación. El proyecto fue cogiendo vida propia y actualmente,
aunque Michelin sigue pesando mucho sobre el club, tanto como sobre la propia ciudad,
éste es independiente financieramente de la empresa que ya no es su único
patrocinador, según leemos en una publicación especializada.
Varias veces hemos unido en estas columnas rugby y empresa o
rugby y cooperativismo, quizá también en los equipos de nuestros templos de la
gastronomía haya valores colectivos del rugby y que el brillo de las estrellas
los oculta.
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