Aristide Labarthe
está indignado, más bien está triste. Nada más verme, me coge del
brazo y me lleva a un aparte.
- En el rugby de hoy
a veces pasan cosas vergonzosas y hay quien no sabe cómo abordarlas
-supongo que me está hablando de la denuncia por agresiones sexuales
en Durango respecto de unos jugadores de Baiona y asiento con la
cabeza-, si unos jugadores del club que lideras son acusados de un
comportamiento contra los valores del deporte, lo mínimo exigible es
una respuesta rápida, clara y ajustada a esos valores.
- Me han dicho que
lo han investigado en interno y que los jugadores lo han negado, así
que no van a hacer nada -le comento-.
- No sé si el rugby
vasco se merece algunos dirigentes que tenemos. La presunción de
inocencia está ahí pero lo primero es lo primero. Hay unas mujeres
que han expresado cómo se sienten pues hay que dirigirse a ellas y
oírlas, luego abrir una instrucción seria sobre los hechos, oyendo
a los implicados, y a la vez hay que dirigirse al Club de Durango
para que exprese en la villa que, con independencia de la
comprobación posterior, también se comparte que los hechos
denunciados son condenables y no dejar que la noticia rebote
indefinidamente por todos los medios sin ninguna reacción. La
comunicación es fundamental en nuestros días…
- Y si los hechos
que se acrediten son graves, la sanción debe ser ejemplar y pública
y, si por casualidad, la denuncia es falsa también hay que dar la
cara pero…
- Pero la cultura
del tercer tiempo se ha convertido para algunos en una fiesta más de
la borrachera absurda en la que las hormonas de gorila macho se
disparan sin control, aunque para muchos, creo que para la mayoría,
siga siendo un rato de confraternidad entre las damas y los
caballeros del rugby.
- Lo que pasa es que
lo normal no es noticia y algunos, en vez de neuronas, tienen una
masa amorfa de rugby, alcohol y hormonas. Triste ¿No?
LA VIOLACIÓN EN MANADA
LA MENTALIDAD DEL DELINCUENTE