Hay domingos en que Ordizia ofrece un agradable aperitivo,
el juego del equipo durante buena parte de la mañana abría el apetito, luego se
empeñó en dar algo de suspense a los espectadores para que amortizasen el
precio de la entrada y cerró con un resultado esperanzador.
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No se puede pasar el balón a la vez que envías al
placador que no has fijado –Dice Hiruntchiverry, comentando una jugada delante
de un plato de fritos en una taberna desbordada de gente-, es un principio
fundamental del rugby. Hay que percutir y pasar, fijar y pasar, si no lo haces
así, dejas al compañero con dos placadores…
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En el rugby como en la vida, antes de pasar el balón al
que va a seguir la jugada –Asiente Galtzagorri
mientras envuelve cariñosamente con servilletas un humeante pintos-, hay que
hacerse cargo personalmente de los problemas, pero hoy se ha jugado con más
inteligencia en ataque, sin pases de “basket” para que le cojan con los brazos
levantados al receptor y le hagan saltar las costillas.
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La defensa ha sido de primer nivel –Hiruntchiverry está
intercambiando el plato vacío por otro que viene completo desde la barra-, sin
que el arbitraje de video haya tenido que intervenir.
Los del grupo al lado que han oído la frase pero no han
cogido la ironía del biarrota dirigen miradas interrogatorios hacia el Marqués
de Altamira que tiene la sonrisa fijada desde el pitido final y unas lagrimitas
secas después del aurresku ante la árbitro. El de Altamira carraspea y
sentencia: