- Los hombres que amamos a las mujeres, las escuchamos, les
acariciamos con la palabra, estamos atentos a su lenguaje no verbal,
les hablamos de nosotros, les decimos lo que pensamos cuando nos
piden opinión aunque sepamos que no nos van a hacer caso, estamos
ahí cuando lo requieren y desaparecemos cuando sobramos, tenemos una
relación de igualdad, estamos a gusto con ellas y conservamos la
relación en el tiempo con casi todas, tenemos relaciones sexuales
con ellas con naturalidad y sabemos que la pasión se va,
viene, muere, resucita...
Galtzagorri hablaba
quedamente, con una sonrisa triste, la cabeza sostenida por las
manos, los codos apoyados sobre la mesa de la sociedad, después de
la comida, parecía hablar al vaso de Macallan en el que flotaban un
par de hielos.
- Por eso no me creo
esa historia de episodios de violencia machista, de agresiones
habituales, de actos violentos fortísimos, de control total, de
golpes y empujones… esas campanadas no son de esa ermita.
- ¿Crees que ella
miente? - El Barón de la Florida preguntó con el gintónic en la
mano -.
- En la justicia lo
contrario de la verdad no es la mentira, es otra verdad. Pero la
verdad que se cuenta desde un perturbado estado mental, desde el odio
patológico, desde la venganza, puede ser la mentira más creíble por
un Tribunal que se pueda oír.
Y Galtzagorri
saboreó lentamente el whisky hasta dejar absolutamente desnudos los
cubitos de hielo en el fondo del vaso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario