lunes, 16 de noviembre de 2020

LA SIESTA EN CASA DE LOS PADRES DE MIKEL (II)

Viene de 

Y al día siguiente fue, vestida de oficinista de ministerio de un oscuro país de Europa central, que era lo más elegante que tenía, un traje-falda gris con un “col roulé” negro, la chaqueta del traje disimulaba sus pechos y sus formas rollizas, poco maquillaje y el pelo recogido atrás, el conjunto era muy poco favorecedor pero era lo que le pedía el cuerpo.

A la hora de la cita, ella estaba puntualmente en la puerta, fueron apareciendo un par de secretarias y otra pasante que se se presentaron y le hicieron pasar al interior de una manera amable. Una de la secretarias tenía un aire muy lánguido como de protagonista de un película ambientada en el XIX y tenía una belleza de sonámbula. Zulema se sobresaltó al sentirse atraída por aquella joven de una forma inesperada, hasta entonces no se había sentido atraída, y menos sexualmente, por nadie, sin embargo, sintió, y le pareció un sentimiento culpable, que aquel cuerpo desmayado le llamaba. No tuvo tiempo para pensarlo porque enseguida llegó el abogado Sebastián Nivelle que resultó ser una persona vital e hiperactiva y que le hizo firmar un contrato de pasantía por estrictos tres meses en el que constaba lo que Legarreta le había adelantado, e inmediatamente le puso a buscar jurisprudencia por viejos libros de sentencias que estaban en la biblioteca del despacho.


Durante los siguientes meses iba a pasarse muchas horas en la búsqueda de antecedentes de doctrina sobre todo tipo de temas, redactando algunos escritos que eran sistemáticamente destrozados por su mentor, asistiendo a entrevistas con clientes sin poder intervenir, asistiendo a las vistas de juicios del abogado, aguantando los chistes malos pero procaces que Sebastián contaba y reía ininterrumpidamente… La primera semana se acabó pronto y el viernes a la tarde acudió a su trabajo de camarera de refuerzo en un restaurante de Hondarribi, donde también trabajaba Laura, una estudiante de derecho algo más mayor que Zulema y a la que le costaba acabar la carrera, arrastrando asignaturas de varios cursos, no eran amigas pero Laura tenía coche y, al final del trabajo, le solía retornar a su domicilio que le caía de paso, a veces Laura le proponía inútilmente planes de alargar la noche en alguna discoteca o local de ocio nocturno. Zulema se lo agradecía siempre pero se quedaba en su casa.

Cuando ya estaban recogiendo las mesas aquella noche, porque los últimos clientes del restaurante se iban, Zulema le dio la novedad de la semana, su contratación como pasante en el despacho Nemea Asesoría Jurídica y Laura le respondió sacudiendo su mano en señal de sorpresa admirativa

- ¡Hostias! ¡Vas a follar lo que no está escrito! En ese despacho todos los jefes son abogados, no hay una sola abogada, y solo contratan mujeres para pasárselas por la piedra, pero Derecho vas a aprender, es el mejor despacho de Euskadi y todos saben mucho.

Zulema se quedó petrificada con unos platos en la mano, observando a Laura, una pelirroja de tinte, de labios carnosos y de cuerpo perfecto, nunca se había fijado en la sensualidad que Laura exhibía hasta ese momento y se volvió a sentir incómoda por sentir la llamada caliente de aquel cuerpo de mujer.

- Pues conmigo, lo tienen claro, al que se propase le parto los huevos.

Laura no pudo parar de bromear en el resto de la jornada laboral y luego en el pequeño vestuario en que las empleadas se cambiaban, Zulema se volvió a sorprender a sí misma espiando a Laura en ropa interior, pero Laura mientras se vestía le dijo:

- Lo que te pasa es que tú supongo que eres virgen a tu edad ¿No? 

- Nunca he tenido novio y no he conocido ningún chico que me hiciera un poco tilín.

- Serás “torti”, entonces.

Laura tuvo que agarrarle la mano para evitar la bofetada rabiosa. Y aprovechó para besarle en la boca, labio contra labio, sin abrirla.

- ¡Coño! Va a ser verdad que eres virgen – Y se rió, después, al apartarse -. Y que te estás reservando para el matrimonio.

- O para el hombre de mi vida.

- Hombres de mi vida, yo he tenido 25 y tengo 25 años o sea que, al menos en esto, te puedo dejar los apuntes para que estudies y no te quedes embarazada a la primera.

Solo quedaba el propietario del restaurante  y ellas en el establecimiento, el jefe hacía la caja y ellas ya se habían vestido. Antes de despedirse, Laura entró rápidamente en el vestuario de los hombres y salió con algo que metió en el bolso.

En el camino a casa, Laura no paró de contar chismes sobre el despacho Nemea, sobre historias de abogados y abogadas y pidiendo detalles sobre el despacho, cuando Zulema le dijo que en los despachos de cada abogado había un canapé de dos plazas, donde se acumulaban expedientes...

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