Ha estallado la primavera, la pausa del mediodía lleva a la playa a las jóvenes que adoran coger un bronceado natural a pesar de las advertencias sanitarias, las terrazas invitan al aperitivo a pesar de que algunos precios de Gros se van pareciendo a los de quienes cuentan con una michelina estrella en la culata de su revólver, la circulación sincopada por las obras y por la hora pone una banda sonora de primera pieza premiada en un concurso de música contemporánea… hay que hacer un esfuerzo vocal para que las palabras superen la incipiente hipoacusia que algunos tienen. En una mesa para cuatro comensales están sentados Galtzagorri, el Barón de la Florida y el Marqués de Altamira, una agradable terraza más a la sombra que al sol de la calle Zabaleta, botellas vacías de aguas minerales junto a copas con vinos blancos y unos pintxos de tortilla española apenas caben en la reducida superficie de la mesa.
- ¿Vas a Baiona este sábado a ver el partido contra Montpellier ? - Pregunta el Barón de la Florida y sorbe un poco de vino -.
- Te paso la entrada, si quieres – responde Galtzagorri después de tragar media tortilla -, porque me ha salido una obligación alternativa y no creo que pueda ir.
- Muchas gracias, aprovecharé para pasar por Biarritz y saludar a Hiruntchiverry – dice el de Hernani y se corta una porción -, que ya debe estar muy recuperado de su susto cardíaco.
- No creo que lo encuentres, se ha ido con su novia de convalecencia a un Parador Nacional por las Baleares – interrumpe el Marqués de Altamira que estaba ocupado terminando su ración -, que ella está de vacaciones esta semana en la guardería infantil.
- ¡Que no es tan niña ! - exclama riendo el Barón -.
- Que no es alumna, sino la directora del jardín de la infancia – precisa el Marqués, cuando llega un tipo pequeño, feo y con orejas parabólicas que como velas le llevan impulsado por la brisa hacia la mesa -.
- ¿Qué hay camaradas ? ¿Cómo estáis ? ¿Me puedo sentar ? - dice el recién llegado con tono simpático, todos le conocen vagamente o por haber salido recientemente en la prensa -. ¿Está libre esta silla ?
- Pues no, estamos esperando a un amigo que se ha ido a aparcar al Chofre y ahora mismo viene – con una sonrisa enorme Galtzagorri miente inmediatamente y acerca la silla a la mesa como si el otro quisiera quedársela -. Por cierto hace un momento ha pasado tu cuadrilla que se ha ido por allí…
El bloqueo de Galtzagorri obliga al otro a dirigirse por la calle Bermingham hacia un rumbo boreal y desolador.
- ¡Qué librada, maestro ! Buenos reflejos – confiesa el Barón de la Florida -. Este Juanito sonrisas no ha pagado una ronda en su vida y es medalla de oro en el arte del pequeño sablazo en las distancias cortas.
- El maestro de esgrima, le llama mi mujer – dice Galtzagorri, apartando la silla y pidiendo otra ronda a la morena, no necesita tostarse en la Zurriola, que atiende eficazmente las mesas -, por cierto, excelente película de Pedro Olea, « El maestro de Esgrima » a la que el paso del tiempo le ha sentado divinamente.
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