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- La derrota del Ampo Ordizia ante la Santboiana en liga nos dejó el amargo sabor del fracaso pero en la Copa, después de un primer tiempo con plomo en el estómago, salió el equipo de dentro y cada jugador se hizo un mariscal en Altamira, frente a los mismos rivales, para sentar las bases de un final de temporada en el que no van a intentar ganar títulos sino que... ¡Van a ganarlos! –nos arengaba mi amigo, gipuzkoano del profundo sur provincial, napoleón al pie de la kupela, la otra noche-.
El rugby, como Lasku lo recuerda tantas veces, es un combate reglado entre dos ejércitos, muchas veces a modo de aquellos duelos entre adalides que los viejos reinos concertaban para no desgastar sus tropas inútilmente. Por eso las comparaciones bélicas son inevitables quizá, mucho más cuando se acerca el Torneo de las VI Naciones, donde la Europa del balón oval va a volver a enfrentarse incruentamente por enésima vez para afirmarse cada una de las selecciones participantes tanto en los valores propios como en los compartidos.
- Después de lo visto este año con la participación de La Vila en la Challenge, el año que viene el Ampo Ordizia puede participar con la misma dignidad y crecer en su rugby –comentaba el colega, como un pequeño corso achispado, hacia el final de la comida-, aunque lo bonito sería que hubiera una competición internacional con clubes de las categorías semiprofesionales, tipo Federal 1ª francesa, por la que pasaran nuestros equipos porque por ahora sólo pueden aspirar a derrotas dignas.
- Ya dijo Wellington, después de Waterloo, que nada hay tan parecido a una batalla perdida como una batalla ganada –le contesté, cuando las músicas donostiarras de milicia y fiesta eran la banda sonora del atardecer-.
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