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No es robar a los pobres para dar a los ricos –no seamos
demagogos-, sino robar a las víctimas de
la crisis –incluso a los que ganaron dinero en tiempos mejores y a sus votantes de clase media-, para dar a los
que si no la iniciaron sí la han impulsado.
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Los cuatro jinetes del Apocalipsis que estuvieron en el
inicio del ciclo contractivo fueron el precio de la energía, la trampa china,
la especulación de los mercados financieros y la gran estafa inmobiliaria de la
banca española. Rajoy ya ha optado por seguir dependiendo de la energía fósil (Espiral
alcista de precios en los que España no pesa nada) y de la energía nuclear
(Residuos a colocar, fuertes inversiones permanentes, dependencia tecnológica
del exterior) en primer lugar; en cuanto a China y demás dragones emergentes,
como los demás líderes europeos, Mariano va a seguir alimentando esas
dictaduras hasta que tengan el monopolio de los productos industriales a cuya
producción Europa ha renunciado y el monopolio de la deuda externa con el
refuerzo de las remesas de sus emigrantes; los mercados financieros quieren que
todos los españoles –que no tengamos el carnet de su club o seamos sus lacayos-,
seamos campesinos chinos dispuestos a trabajar por una taza de arroz 8760 horas
al año, taza de arroz que se la deberemos y que no podremos pagar nunca pero
Mariano sabe que el lacayo fiel come lo que sobra del plato de su señor; y a
los inmuebles inalcanzables que nos vendieron a precios imposibles, como
nuestros banqueros sí tienen el carnet adecuado, se va a seguir sin cortar de
raíz las deudas hipotecarias y sin hacer que se ponga en venta lo que hay camuflado
en balances e inmobiliarias zombies, aunque lo compre Merkel o el chino.
Así que partamos de una realidad virtual: somos pobres, sin techo,
sin trabajo, sin huevos... Ya sé que es mentira individualmente en el mundo
real. Pero tenemos que partir de 0 para que el tener esta casa compartida con la
caja de obras sociales, este trabajo de mierda y este cabreo nos sirva de base
para ser, para crecer y aunque sea para que no nos cuenten cuentos chinos.
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