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El Stade Toulousain se comió crudos a los del Aviron
Bayonnais este fin de semana pasado. Y ello, a pesar de que los de Bayona les
superaron en touches y melés pero la máquina de jugar al rugby que es el equipo
de la Ciudad Rosa
pastel les pasó por encima en el juego abierto porque quería una victoria
bonificada para recuperarse después de la derrota cosechada en Barcelona frente
a los Catalanes del norte. Se pasó de ensayos, hasta cuatro obtuvo, y pudieron
ser más si el balón no fuera oval y si los del Aviron no hubieran defendido con
todo, incluso más allá de toda legalidad –el árbitro perdonó tarjetas amarillas
y alguna roja y sólo enseñó una de las primeras a cada equipo-, con una
desesperación inmensa y con sus delanteros absolutamente vaciados.
El Olympique con un planteamiento inteligente se dejó la
victoria en París, cuando la tenía en la punta de las botas de Peyrelongue y
Traille, que fallaron un golpe y un drop en los últimos cinco minutos y se
llevaron un 13-12 con el magro consuelo del bonus.
Y este domingo es el Rendez-Vous de Anoeta, donde ambos
equipos vascos llegan con ánimos distintos, los blancos y celestes asomándose
al precipicio un año más y los blanquirrojos disfrutando de su juego y con el
sabor agridulce de la última derrota. Los seguidores del Aviron están muy
fríos, rozando la depresión deportiva, mientras que los biarrotas están con una
euforia enorme, como pudimos comprobar Au Rendez-Vous des Halles, degustando un
excelente steak tartare y viendo los encuentros por televisión.
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