sábado, 2 de noviembre de 2013

SEXO, ALUBIAS Y ROCK’N ROLL

Como todos los años por este tiempo, los veteranos del equipo se reúnen en torno a unas alubias bien acompañadas en una sociedad gastronómica. La “txarri boda” es oficiada inevitablemente por la primera línea titular que, como verdaderas madres, esperan junto a los fogones al resto, mientras pasan las horas necesarias  para que las leguminosas alcancen un punto de cocción digno de su lábel vasco. El trabajo cocineril y el calor obligan a recuperar los líquidos que se pierden durante la preparación  así que la cocina social es un trasiego permanente también de botellas y vasos que se llenan y vacían como cangilones de una noria en movimiento permanente.
La vida pasa lista de asistencia y se echa de menos a los rugbiers que ya están para siempre en “el tercer tiempo que no se acaba nunca”, entre el reino de las sombras y un paraíso de melés, cervezas y mujeres. Sin embargo, sus huecos se rellenan con los que van saltando del banquillo de la juventud para reemplazarlos en su puesto del mantel.
Ya en  la mesa parece que fue ayer y no hace tantos años cuando estos niños abuelos revestidos de sus colores de guerra taconeaban metálicamente trotando por el pasillo que conducía desde el vestuario hasta la cancha, las voces y los gritos despiertan ecos de nostalgias en los muros de la sociedad. La insoportable levedad del rugby les ha ofrecido momentos que no pueden evitar que se les escapen cada vez más entre los dedos aunque los repitan una y otra vez y cada año con detalles más coloridos e inverosímiles que el anterior.
Como todos los años la actualidad de nuestro rugby surge una y otra vez en las conversaciones incoherentes, conversaciones que, con el comienzo de la digestión, se hacen cada vez más armónicas en una bizarra sinfonía cacofónica hasta concluir en la inevitable coral, donde todo el repertorio de canciones de autobús es repasado con dispar fortuna.
Y el año que viene, quizá las alubias se peguen un poco o no, pero los veteranos del equipo estarán ahí para recibir esa dosis anual de poesía del oval que les es necesaria para vivir.

 
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