Los mercados de abastos se están convirtiendo en atracciones turísticas en nuestro entorno. Hay Ayuntamientos que optan por su conservación renovada y otros que optan por sepultarlos en la cal viva de cierta arquitectura contemporánea.
En el mercado de Ordizia es fácil tropezarse con algunos jugadores del Ampo abriéndose paso con sus corpachones entre los compradores y curiosos. Los equipos de rugby, incluso los que incorporan fichajes foráneos, llevan la identidad de su hinterland consigo cuando juegan en el exterior y comulgan con sus soportadores cuando juegan como locales y, por eso, este tejido de afectos y apoyos mutuos se construye y no se deshace mientras unos y otros convivan no solo el tiempo de duración del encuentro. Algunos jugadores lo entienden desde el principio. Otros, sin embargo, lo descubren demasiado tarde.
- “En el mercado de Biarritz es más fácil encontrarse con jugadores del Aviron Bayonnais que del Olympique” -comentaba Hiruntchiverry saliendo de una taberna de la calle Urdaneta, una bolsa de compra en el brazo-, “así es imposible que este equipo vuelva a recuperar la salud a pesar de las victorias y el estadio de Aguilera está cada vez más vacío, se juegue mal o se juegue bien”.
- “Pues que repesquen a Julen Goia. ¡Que menuda tontería han hecho con él! Y que lo pongan, como hacen con el donostiarra Asier Usarraga que está jugando lo indecible”- le dice el Marqués de Altamira que camina a su lado con varias bolsas de compras mal sujetas-, “y así iremos en autobuses de este lado”.
- “Lo que pasa, me parece, es que hay jugadores de rugby que, como no encuentran la fuente de agua del pueblo, tienen que beberse lo que encuentran por cualquier sitio” -Aristide Labarthe también ha hecho una compra de familia numerosa-, “y cualquier sitio es más fácil de encontrar en Biarritz que en la aburrida Baiona nocturna”.
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