House where Maurice Ravel was born, in Ciboure, Pyrénées-Atlantiques, France (Photo credit: Wikipedia) |
Las últimas notas de la “Pavana para una Infanta Difunta” de
Ravel quedaron suspendidas sobre nuestros espíritus. La interpretación muy
emocional, como siempre, de Galtzagorri produjo, al acabar, ese lapso de tiempo
necesario para comprender que la belleza de los sonidos, precisamente de esos
sonidos, se ha esfumado, como la vida, para siempre y para que, tras dejar las
copas en el suelo junto a las sillas, sus amigos aplaudieran.
-
Pues para llevar tanto tiempo sin afinarse, tu
piano no tiene mal sonido –dijo el antiguo pilar, agradeciendo con una sonrisa
las felicitaciones, al anfitrión que nos acogía en su casa-, ¿Y dices que es el
piano rescatado del Titánic?
-
No, este piano procede del Cristóforo Colombo,
un trasatlántico gemelo del Andrea Doria que también se hundió en el Atlántico –
Le explica el Yeti, sirviendo otra ronda a sus huéspedes-, y me
gusta que los buenos pianistas lo puedan disfrutar en Donostia...
-
¡Por Lomu! –Alza su copa el Marqués de
Altamira-.
Y todos, antes de beber, imitan su gesto y
dicen:
-¡Por Lomu!
- ¡Y el sábado en
Landare! –El Barón de la Florida nos recuerda que los búfalos de agua han
perdido su paradisiaco lugar de acogida en el campo de rugby de Hernani gracias
al esfuerzo colectivo de los miembros del Club local-. ¡Que hay que agarrarse a
esos puntos como a la escalerilla del helicóptero de socorro!
- Pues vais a tener que esperar al siguiente helicóptero,
porque lo que se pierde en Ordizia se recupera fuera –El Marqués de Altamira que no está nada
contento con los toboganes del Ampo en su juego contesta-. Me parece a mí que
algunas orquestas de nuestro rugby sí que necesitan más afinación y acojinamiento
o aconjuntamiento o cómo se diga, que ese viejo piano.
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