- No
me gustan los cambios de entrenador en el rugby ni la pescadilla que
se muerde la cola y menos en noviembre cuando los pescateros se van
de vacaciones- dice la Marquesa de Altamira en la cocina de la
sociedad, mientras el Marqués comprueba que el pescado se ha
descongelado bien- ¿Quién está enfermo?
-
Gatzagorri ha tenido la tradicional txarriboda de los veteranos de su
equipo y no está para bromas, como el Ampo que debe cuidarse –
comenta el barón de la Florida sirviendo los mostos del año recién
recibidos-, y salir de sus círculos viciosos.
- Lo
hará, tranquilos, saldrá, aunque la Samtboiana no sea el equipo
ideal para recibir en plena transición -el Marqués mira y remira el
“merluccius merluccius”, como si éste fuera el culpable del
calendario-, pero con los de casa entrenando, las ganas de los
jugadores y el calor del graderío tenemos que agarrarnos a la
victoria.
-
¿No querrás que me coma eso? -dice Galtzagorri de espaldas a la
cocina y leyendo la prensa rugbistica- Los catalanes están demasiado
fuertes ahora y Altamira no es lo que era.
-
Pues Hernani tiene que traerse todos los puntos de Barcelona que esos
catalanes van los últimos y hay que asegurarse el futuro -el de la
Florida acaba de preparar la mesa-, para mantenernos arriba.
-
¿No querrás que me coma eso? Prefiero quedarme sin comer que tragar
fritanga -Galtzagorri se ha dado la vuelta con un rostro del color
del pael del periódico-.
- ¿Y
los del otro lado de la muga? - Ya está enroscada y enharinada la
pescadilla pero su aspecto ni achicharrándola puede mejorar, según
se deduce de la cara del Marqués- ¿Qué te parece, cariño, si
vamos el viernes a la tarde de compras a Barritz, luego picamos algo
por algún bistró del mercado y nos vamos a ver al Olympique que
recibe al Stade Montois?
-
Que el romanticismo y tú son dos cosas distintas -dice la de
Altamira y cambia el mosto por un crianza-.
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