Después del
partido, nos dirigimos al coche para regresar hacia el centro de la
ciudad y, aunque no nos gusta a ninguno hablar del árbitro, hablamos
del arbitraje, en realidad volvemos a comentar lo que ya hemos dicho
durante el encuentro.
- Con el debido
respeto -dice Galtzagorri con cierta ironía en su tono-, y sea dicho
en términos de defensa, lo de las melés ha sido totalmente
incomprensible ¿Por qué pitaba el golpe contra un equipo? ¿Porqué
la siguiente contra el otro? Dicen que las reglas se modifican para
salvaguardar la salud de los jugadores y facilitar la vida del balón,
pero se aplican para favorecer a los más “listillos” y
perjudicar a los “pardillos”.
- Hay tantas leyes
que es imposible violarlas todas -El Barón de la Florida, que fue un
especialista en coleccionar cartulinas de todos los colores en sus
tiempos de jugador, añade-, pero infringiendo las leyes es como se
consiguen que se cambien.
- Pero son los
jugadores los que las infringen, los que no pueden infringirlas son
aquellos que están elegidos para aplicarlas -replica Galtzagorri que
es que más veces ha arbitrado de la cuadrilla-, cuando los jugadores
infringen reglas pueden esperar un castigo por su rebelión, cuando
las autoridades las infringen es arbitrariedad y es desequilibrar la
balanza a favor de alguien y en perjuicio de otro siempre.
- Si William Web
Ellis no hubiera cogido el balón con la mano no existiría el rugby
-El Barón insiste en su jugada-, alguien tiene que ser el primero en
romper la regla injusta.
- En crearla, porque
el primer reglamento del fútbol nació 40 años más tarde por lo
menos, coger el balón con la mano no estaba prohibido en la Escuela
de Rugby, era simplemente peligroso -Galtzagorri saca los libros de
reglas de la guantera e intenta enseñarlos pero nadie le hace caso-.
El Barón de la
Florida suspira y mira hacia el horizonte, mientras concluye:
- De todas maneras,
hay jueces tan incorruptibles que, por mucho que lo intenten, son
incapaces de hacer justicia
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