El sol de otoño
hace brillar la coraza del Museo cuyo nombre se pronuncia de
infinitas formas diferentes. Las torres acristaladas y otras obras
maestras de los arquitectos más premiados que se puedan encontrar en
la tierra forman el paisaje que envuelve a una empequeñecida pareja
de amigos que se dirige a alguna importante reunión de negocios
importantes -seguro que lo son porque la reunión es en Bilbao-,
mientras charlan de sus cosas, que parecen ser importantes también.
- Las doce entradas
para la final de la European Cup las tenéis seguras, ayer volví a
hablar con el club y me lo han garantizado -dice Manu Majors
Etxebarrieta, traje oscuro de chaqueta, corbata azul del Athlétic,
pisacorbatas dorado del Athlétic, gemelos dorados del Athlétic-,
pero haces bien en recordármelo porque nunca se sabe…
Galtzagorri, recién
llegado de Donostia, se ajusta la chaqueta gris que se le va quedando
pequeña cada día y la corbata de color indefinible que disimula un
poco el cuello abierto de la camisa, se detiene y mira alrededor
lanzando un suspiro.
- ¡Siempre he sido
un enamorado de Bilbao! Y de Maite y de Gurutze y de Begoña y de…
- Calla, calla y no
repases otra vez todas tus novias bilbainas que nos dan las diez -le
corta Majors mientras le dirige hacia la puerta de un edificio de
oficinas y despachos- ¿Qué pasa en Iparralde? ¿Qué nos cuentan
los amigos del otro lado?
- Lo del Aviron es
de depresión aguda y solo se aferran a la esperanza de que ganando
el derby van a relanzar la temporada pero el cerebro del club emite
muy pocas ondas de vida… y no se quiere pronunciar la palabra
maldita.
- ¿La fusión?
- Claro. Por el lado
de los del otro marco incomparable los ánimos están calmados por
ahora, se ganan los partidos de casa en un estadio que parece enorme
para los espectadores que van a pasar un rato, el equipo hace un poco
de turismo en los partidos de fuera... y la palabra maldita se
pronuncia en un cuchicheo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario