viernes, 21 de septiembre de 2018

ADICTO

El Barón de la Florida anda renqueante por la cocina de la sociedad mientras prepara un « feuilleté » de espinacas con queso de cabra, apenas se puede agachar para abrir el horno y, cuando se vuelve hacia el comedor, presenta un rostro tumefacto.
- ¿Qué te ha pasado, chaval? - Pregunta Hiruntchiverry  que llega con una botella de dorado Sauternes -.
- Consecuencias de su adicción al rugby - responde el Marqués de Altamira que se encuentra también en la cocina preparando unas anchoas al ajillo -, que, como dice su madre, éste por el rugby se olvida de todo… que es un adicto.
Hiruntchiverry y Galtzagorri miran a ambos sin entender nada, el Barón permanece en silencio pero el Marqués tiene ganas de hablar.
- Pues que el otro día los Maoríes del Duranguesado recibían la visita de un equipo de veteranos francés, Les Cassoulets de Toulouse, y nos llamaron para completar alineación porque les faltaba gente y allí fuimos.
- Y el partido fue viril pero noble, con las típicas castañas de Toulouse ¿No? - Dice Hiruntchiverry, expresando su propia experiencia -. En Toulouse “ même les mémés aiment la castagne “.
-¡Qué va! El encuentro fue normal pero es que coincidió con el nosécuántos aniversario de la boda de los padres de éste y su amá había organizado una misa de celebración con un un cura de alta graduación en la jerarquía pederástica y todo, además del condumio familiar, y, después del partido, sin tercer tiempo ni nada, llegamos un poco tarde al evento religioso, cuando las bendiciones finales y tal. Y alguien le pasó una zapatilla a la madre de éste y allí anduvo, sacudiéndole desde el altar hasta el atrio de la entrada ¡Y tuvo suerte que era una ermita! Si llega a ser una catedral, acabamos en urgencias.


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