La agenda judicial había señalado un juicio el día de su quinto aniversario de boda, así que Manu Majors apenas tuvo tiempo de pasar por la floristería y recoger el ramo de rosas rojas, que había encargado, antes de volver a su casa. Al abrir la puerta, Lin Chi-Ling estaba preciosa en el pasillo, se abrazaron y besaron como el primer día.
- Tengo hambre – le dijo Lin en la cama, después de haber hecho el amor sin solución de continuidad del primer beso en el pasillo , no sé cómo quedarán los rollitos de verduras recalentados al microondas.
En realidad tuvieron que recalentar los rollitos, las samosas, el pollo, el arroz… sólo el pastel vasco de cereza negra se libró. La comida estuvo regular, las texturas se resintieron, pero el vino de Valdeguinea cubrió generosamente los defectos y el hambre de la pareja, después del improvisado aperitivo amoroso, hizo el resto.
- ¿Te ha gustado el pelo que me han dejado en la peluquería esta mañana?
Manu había ignorado el nuevo corte de cabellos de su mujer y las mechas tenuemente rojas que habían aparecido en ellos.
- Siempre estás irresistible para mí pero hoy te encuentro especialmente atractiva. No has ido a la peluquera de costumbre ¿Verdad?
- He ido a la que está al lado de la tienda de tu tía Begoña, esa carísima y en que hay que pedir hora con semanas de antelación.
- Pues te ha merecido la pena.
- Además Sofía, la patrona, te conoce Manu.
- Creo que sí ¿Sofía? Claro, hace unos años, cuando vivía en el apartamento que me alquiló la tía Begoña allí al lado, la solía ver por allí...
- Pues ella parece que se acuerda muy bien de ti y no solo ella, otra cliente, Edurne, también hablaba de ti.
- ¿Edurne? ¿Edurne? ¡Ah! Sí, Edurne, una morenita, con mucha marcha, me parece.
- Tienes memoria para ciertas cosas y te olvidas de otras – el tono de la voz de Lin era neutro, demasiado narrativo, como de parte meteorológico en la radio -, aquel apartamento debió de ser el picadero en que más se picaba del bocho.
- Fueron tiempos complicados para mi, ya sabes, salía de una dura ruptura sentimental… no llevaba una vida ejemplar…
- ¿Ejemplar? Depende para qué, porque no se cortaron nada las dos en poner ejemplos, con nombres, apellidos y biografías completas ¡No pienso volver a esa peluquería en mi vida! Ya sé que en las peluquerías se cuentan cosas que no se dicen ni a dios en la intimidad de la conciencia, pero lo de éstas…
- Lin, Lin. El pasado no cuenta, lo importante no es el primer amor de la vida sino el último ¿No lo habías dicho tú?
- ¿A ti te hubiera gustado que el día de hoy, aniversario de nuestra boda, enterarte de que a tu mujer le apodan por ahí “la de los 200 pitos al año”?
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