El malecón de Zarautz bajo el sol de invierno que no calienta pero baña de luz el paisaje con la inconfundible silueta del monte San Antón al fondo, un poco borrosa la forma que le ha dado nombre:
- La rata de Getaria – dice Manu Majors señalando hacia el oeste -.
- El ratón de Getaria – le replica el Barón de la Florida que pasea a su lado, como alternativa al aperitivo que el resto de amigos está realizando antes de ir a comer para celebrar el aniversario de alguien, no está muy claro de quién -, el ratón de Getaria es como se le conoce a ese monte que protege el puerto de Getaria de los embates de las marejadas de poniente.
- No estoy hablando de ningún monte – le corrige el abogado bilbaíno -, sino de ese tipo que camina aceleradamente ahí delante...
- Parece que no te cae bien.
- Solo lo digo con afán descriptivo, no me cae mal pero hay que avisar a los amigos de a quién tienen en el vecindario – Majors está alegre y se calza una gorra escocesa de golfista para protegerse del sol -, como habría que avisar a las víctimas de los delitos de lo que les va a pasar en la justicia, donde también las ratas abundan, pero no lo hacemos…
- Siempre os oigo decir a los abogados que las víctimas son victimas por partida doble, del delincuente y del aparato judicial.
- Por desgracia la experiencia acredita que las víctimas pueden serlo por partida triple: del delincuente, de la justicia y de su defensa, de la defensa de las víctimas.
Han llegado a la terraza en que sus respectivas mujeres están sentadas con los otras parejas, los vasos vacíos y los platos con restos de fritos prueban que el frío, nadie se ha desabrigado, ha abierto el apetito de los comensales. Lin Chi-Ling pregunta a su marido Manu recién llegado:
- ¿Hasta dónde habéis ido? ¿Hasta Getaria?
- La verdad es que a este paisaje ninguna foto le hace justicia - dice el Barón de la Florida -.
- Y ninguna justicia, y menos la poética, le hace la foto - concluye Majors quitándose la gorra sudada -.
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