viernes, 21 de febrero de 2025

LA MENTIRA EN LA JUSTICIA



En mi ejercicio de la abogacía desde el primer momento comprendí que la verdad y la mentira no son términos opuestos, la mentira de una parte es la verdad de la otra y viceversa, suelo decir que « en un juicio no hay mentira, hay diversas verdades ». Pero cuando la mentira sale del juez – y sale frecuentemente -, se hace siempre una fisura en la peana que sostiene la justicia y hace tiempo que la justicia, al menos la española, ha visto desaparecer esa peana, la estatua con su balanza y todos está por tierra, muy fisurada sino destrozada.


Kant escribió sobre la mentira en varios de sus trabajos, más notablemente en su ensayo "Sobre un pretendido derecho a mentir por filantropía" (1797). Según Kant, la mentira es moralmente inaceptable en cualquier circunstancia, mentir es una violación del deber moral de uno mismo y de los demás, ya que socava la base de la confianza y la dignidad humana. Su posición se basa en su principio del imperativo categórico, que establece que uno debe actuar solo según máximas que puedan convertirse en una ley universal. Según este principio, si todos mintieran, se destruiría la confianza y la comunicación efectiva, lo que es esencial para la vida social y moral. 


Cuando uno comprueba que la verdad judicial es mentira, comprueba que la confianza en la justicia está destruida, confianza que es esencial para la vida social, la mentira del juez es siempre prevaricación.


Sin embargo, Jean-Paul Sartre aborda la mentira en el contexto de la autenticidad y el auto engaño. En su obra "El ser y la nada" (1943), Sartre explora cómo las personas pueden mentirse a sí mismas, lo que él denomina "mala fe" (mauvaise foi), para evitar enfrentar verdades incómodas sobre su existencia. Esa "mala fe" es un tipo de auto engaño en el que las personas se convencen a sí mismas de que no tienen libertad y responsabilidad absoluta sobre sus acciones. Al hacerlo, evitan la angustia existencial que proviene de reconocer su total libertad y las implicaciones de sus decisiones. La mentira, en este sentido, se convierte en un mecanismo para escapar de la autenticidad y la responsabilidad de ser auténticamente uno mismo. La autenticidad implica aceptar plenamente nuestra libertad y vivir de acuerdo con nuestras propias elecciones y valores, sin esconderse detrás de excusas o mentiras.


El juez que miente, el tribunal que colectivamente miente, huyen de enfrentarse a la verdad que les incomoda. Prefieren vivir en la mentira que mirarse en el espejo y asustarse de su cara cobarde de prevaricadores.


(Reflexiones después de leer resoluciones judiciales esta mañana).


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