Aquellos dos jóvenes homínidos –Adán y Eva en algunos mitos-, se autodeterminaron de su familia de simios y comenzaron la andadura de lo que actualmente denominamos humanidad. Algunos de sus descendientes, en vez de matarse unos a otros individual y colectivamente, descubrieron –quizá jugando con algún melón o coco-, el juego o el deporte como actividad humana e incluso hoy en día alguno de empeña en extraer lo que convencionalmente denominamos valores humanos de tal actividad.
Para jugar a rugby, como a otros deportes, es imprescindible que haya dos equipos enfrentados. En el rugby hay un tipo de partidos que sin estar adscritos a una estricta competición no son estrictamente amistosos, los test matchs semestrales entre equipos nacionales, estatales, multinacionales o multiestatales de ambos hemisferios.
En todas partes cuecen patrias –o matrias por seguir al pensador vasco-, y en la conformación de esos equipos e incluso en sus denominaciones identificativas hay disconformes ya que los sentimientos y emociones forman parte de nuestra naturaleza esencial, nos haya nacido nuestra madre donde nos haya nacido, convoque quien convoque y acuda quien acuda a jugar a rugby.
La portavoz del Gobierno Vasco se ha acordado del rugby con motivo de un partido de fútbol. A ver si el fin de semana se pasa por alguna de nuestras canchas y se queda al tercer tiempo.
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Los jóvenes vascos no estudian la geografía de Euskadi, no estudian la historia de Euskadi, no estudian la cultura de Euskadi... los mensajes sociales que reciben no les hacen crecer en Euskadi ¿Qué es Euskadi, por cierto?
Entre la Euskal Herria desgarrada y la deformada España se precipitan en la vida adulta.
Y además si por azares de la vida se dedican al futbol profesional donde el dinero sustituye cualquier otro valor humano les van a exigir que alternen jugar por Euskadi, por Euskal Herria, por La Rioja, por España, por Gros, por el Euro... ¡Qué pesadilla de patrias!
¿Por qué no rebobinamos y vemos qué hemos hecho mal hasta ahora?
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