Barnetegi de rugby en las antípodas es el sueño de muchos de nuestros jóvenes rugbiers. El coste de este aprendizaje, que cada día se revela más necesario, es el obstáculo pero las lecciones magistrales que estamos viendo estas semanas hacen que se piense en la forma de encontrar alternativas menos gravosas para que esa distancia entre el rugby que vemos y el que hacemos no sea insalvable para las generaciones futuras.
Quedan por jugarse el Inglaterra - Nueva Zelanda y el País de Gales - Australia del próximo sábado para que termine esta ronda, otoñal para nosotros, de encuentros entre ambos hemisferios. Una vez más Nueva Zelanda se quedará como “campeón mundial de partidos fuera de competición”, porque los resultados cuentan para la clasificación de la IRB pero no hay una competición formal entre los participantes.
Los cuatro primeros de la lista de la IRB resultante de este mes reflejan la supremacía del rugby del Sur, a pesar de que sólo Argentina, el cuarto, ha perdido partidos frente a los franceses e irlandeses mientras que All Blacks, Springbocks y Wallabies por ahora han metido un total de 195 puntos a sus rivales y han encajado 76 en sus 8 victorias de 8 partidos frente a las tradicionales cinco naciones europeas.
La ventaja de los equipos visitantes se ha incrementado quizá por la introducción de las nuevas reglas primero en aquellas federaciones y ahora los europeos tienen que hacer un esfuerzo mayor para poderles hacer frente con cierta dignidad el año que viene. Mientras, en nuestro rincón de ese mundo tendremos que estudiar las grabaciones de esos partidos y seguir soñando con “barnetegis” un poco más allá de Obaba.
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Y les volvieron a pasar por la piedra lógicamente.
Pero hoy los patriotas de la muerte han asesinado de nuevo.
Siguen ellos viviendo en Atapuerca y su evolución sólo alcanza a cambiar el hacha de sílex por la pistola.
Dictadura del cretinismo.
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