jueves, 15 de enero de 2009

RAICES PROFUNDAS

El rugby tiene raíces profundas en el Principado de Gales. Cada cierto tiempo su primera selección logra buenos resultados en el Torneo de las VI naciones y en otros encuentros internacionales frente a las selecciones de las federaciones más poderosas. También las selecciones inferiores logran importantes victorias con frecuencia. Nuestro rugby ha traído algún jugador galés pero no es muy frecuente su presencia en nuestra competición de escasa profesionalización.


A imitación de otros deportes, también en el rugby se distingue a jugadores individualmente –no me acaba de convencer esta idea pero parece inevitable-, y cada vez más abundan las entregas espectaculares y la conversión de sus participantes en estrellas. La IRB ha elegido a un jugador galés como el mejor jugador de 2008. La elección de Shane Williams a sus 31 años, un ala de 1,70 de altura y 80 kgs. de peso, puede sorprender en esta época de tanto jugador físico pero confirma que en este deporte hay sitio para todos como quizá el jurado pretendía.


Shane destaca por su calidad técnica, velocidad y verticalidad con una visión del juego excelente que le hace resolver los momentos más confusos con soluciones imaginativas recordando que ya sobresalió como un juvenil medio de melé. Claro que para ello cuenta con una forma colectiva de jugar tanto en club como en selección donde el juego es total lo que le permite una eficacia realizadora de ensayos constante. El primer ensayo de la victoria de Gales frente a Australia –su única derrota en la tournée de otoño-, fue obra de este veloz pistolero que aprovechaba un balón reciclado la 61ª vez que se alineaba en la selección del británico principado.
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Alan Ladd fue Shane en la peli... efectivamente

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