Sebastien Chabal además de ser un fenómeno mediático es un jugador francés de rugby. Actualmente tiene 31 años de edad, 1,92 y unos 115 kilos. Llegó al rugby precisamente por su físico al acabar la escolarización obligatoria y ser fichado con 17 años por el pequeño equipo de Beauvallon, donde sufrieron para enseñarle las reglas más elementales del deporte. Su poderío, después de pasar al Valence, le hizo pasar enseguida a jugar como tercera línea centro en la más alta división francesa con Bourgoin y luego a dar el salto a los ingleses Sale Sharks. Ha sido seleccionado intermitentemente por Francia, donde últimamente parece asentarse como segunda línea.
Sus placajes contundentes le han hecho destacar para bien y para mal –no sólo por haber placado a juez de línea-, por algunas lesiones causadas a rivales, es igual de temible cuando percute llevando el balón –también un árbitro padeció uno de sus frecuentes errores en ataque-, por lo que la chabalmanía francesa ha nacido tras la bestial imagen de este irreductible galo.
Sin embargo, sus defectos clamorosos en ataque cuando juega con el equipo francés y parece olvidarse del juego colectivo o no ve la continuidad del juego haciendo que se pierdan superioridades le han hecho objeto de críticas en los medios especializados. Por el contrario en el club inglés juega disciplinadamente y su aportación es notable en todas las fases del juego, quizá porque debutando se las vio con un tal Dallaglio al que coceó un poco –la doble sanción federativa y de su club le debieron hacer recapacitar-.
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El viernes en Teledeporte me lo encontré jugando un partido de la Heineken Cup con su equipo. Lo pusieron de segunda pero él no se puso de nada, se ausentó del partido. Incomprensible.
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