Nuestros clubes enfrentados con finales de temporada que les pueden llevar al descenso –Atlético de San Sebastián principalmente-, tienen que asimilar la campaña realizada y los resultados de la misma para abordar la siguiente de acuerdo con sus objetivos, eso va a requerir un gran esfuerzo colectivo con un liderazgo sin fisuras.
La competición lleva implícita la aceptación de la derrota siempre, aunque lo hayamos hecho bien otros lo han hecho mejor y por eso ahora disfrutan de su éxito. Así son las reglas del juego de la vida también o sea que podemos esperar de aquel club donostiarra –y de Bera Bera y Ordizia pase lo que pase-, que supere esta dura etapa nuevamente.
Hernani y Eibar, por el contrario, deben carecer de preocupaciones en el sentido negativo y dedicar sus esfuerzos a culminar su temporada actual mientras ya hacen planes de futuro.
Una vez más, el rugby –como otros juegos de competición-, representa las acciones individuales y colectivas de las personas y de la sociedad, por lo tanto representa la competición y la preocupación.
La preocupación tiene una concepción negativa. Uno siente la preocupación en el estómago y le bloquea el pensamiento. Se dice que el hombre es el único animal que se preocupa, incluso por lo que no puede evitar, y eso le impide disfrutar felizmente del momento actual. En realidad, ocuparse previamente del futuro, poner las bases para lo que tenemos que hacer en el futuro o para recibir lo que inevitablemente va a suceder no tiene por qué ser negativo. Imaginarse el escenario que queremos alcanzar, sea éste el mejor de los posibles o el menos malo, y preocuparnos en dar los pasos necesarios para ello es muy positivo. Y absolutamente necesario cuando el ciclo competitivo se acaba.
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