martes, 2 de noviembre de 2010

OLMEDO EN LA FRANJA VACIA

La “diagonal del vacío” europeo desde el sudoeste francés se prolonga por la meseta ibérica hasta el Algarve portugués, donde se ubican las demarcaciones territoriales con más baja densidad de población. Con la excepción de la capital, Valladolid es una provincia también de escasa población que limita con esa franja desértica de Segovia, Ávila, Salamanca, Zamora... a la que se asoma el núcleo urbano de Olmedo, 3.800 habitantes, que es una tranquila villa en medio de la nada que mira a la parte de su pasado que aun no se ha destruido mientras unas ovejas triscan las pajas que no se ha llevado el viento de la historia hacia Madrid ¿Son las ovejas vida inteligente?

Hacia 1.880 mi abuelo Maximino salió de Olmedo impulsado por el hambre y el orgullo. Había acompañado a su padre a cobrar la peonada a casa del capataz y éste la arrojó por la ventana al suelo de la calle, donde su padre se agachó a recoger las monedas ¿Qué hace padre?
-Lo que tú harás si quieres comer por estas tierras.
Con apenas diez años pidió a su madre que le diera lo que pudiera. Él no se iba a agachar jamás. Se fue a Santander y trabajó -había nacido trabajando-, en lo que pudo, se enroló en el ejército, hizo la guerra de Cuba, pasó tres años preso allí, apreciando la carne de tortuga, y regresó sargento, destinado a Urgull, en Donostia conoció a una navarra que con doce años se había ido de casa de un padrastro pederasta. Se pusieron a tener hijos y de su hija más pequeña soy el más pequeño de los hijos.

Tenía curiosidad por detenerme en Olmedo. Tres noches de buena casa rural, Las Cavas, y unos paseos por lo que podía haber sido un pueblo bello y atractivo pero que los años de desidia con los de desarrollismo sin cabeza ni gusto, más las frustraciones de especuladores y los abortoides que los políticos han intentado como sucedáneos de puntos de atracción turística o industrial, han dejado como uno más de los innumerables villorrios dispersos por el páramo carpetovetónico. Evidentemente hay materia prima para una transformación, los empresarios hosteleros se han inventado un Hotel balneario y los alojamientos rurales, pero... las ovejas, con su mirada deprimida, parecen decir que Olmedo se asomará siempre a la franja vacía de la desesperanza.

De todas maneras, cuando vayas de Valladolid a Madrid por la N 601, detrás de la nube que la Azucarera proyecta sobre la carretera, verás que se asoma Olmedo. Párate, come lechazo en el Rincón Mudéjar o en Los Caballeros, no abuses del “ribera” y date una vuelta por sus calles y quizá debajo de una ventana enrejada veas el fantasma de un mocoso observando colérico el fantasma de un padre resignado que se agacha a por unas monedas para dar de comer a su familia en aquel Olmedo del Caballero.

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