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¿Por qué no hay un torneo playero de rugby escolar?
–Pregunta Murray a la vez que presenta una bonita botella de lágrimas de dioses
gaélicos que ha traído de Edimburgo-. Podrían jugarse jornadas en Zarautz,
Donostia, Hendaia, Biarritz…
The city of Donostia from top of mount Igeldo. (Photo credit: Wikipedia) |
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Porque no
existe el rugby escolar ni aquí ni allí –Comenta el Barón de La Florida
mientras saca las mitades de endivias del agua hirviendo-, el rugby infantil entre
nosotros se practica en los clubes y con muchas pegas reglamentarias o
legislativas: hay que buscar horarios dominicales, no se pueden organizar
temporadas de competiciones… las circunstancias están para desmoralizarnos a
los padres.
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Solo hay un deporte que carece de pegas ¿No? –Observa
Murray el mimo con el que el Barón deja sin agua las endivias entre dos paños-.
Pero hay programas de rotación de los chicos por distintos deportes, aunque no
sé si esto acaba de funcionar.
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Hay mucha pereza mental que se ha
institucionalizado y en la que se acaba ahogando la voluntad de quienes aportan
creatividad a la educación –La bechamel que prepara el Marqués de Altamira
suele ser irresistible para los que están alrededor-, y en nuestra sistema el
deporte sigue estando muy lejos del corazón de la educación, eso se lo dejamos
a los países anglosajones o a… Portugal.
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Pues no parece tan difícil hacer un copia y pega
de lo que está funcionando por ahí y probarlo aquí –El Barón mete la bandeja de
endivias envueltas en jamón, recubiertas de la salsa y con el queso espolvoreado
encima, al horno-, al fin y al cabo tenemos un clima tan escocés como en
Glasgow o en Auckland.
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Y de segundo unos “solomillos al whisky”, que
eso se hace en plis-plas mientras que lo de cambiar las mentalidades de este
país requiere mucha cocina pero que mucha cocina.
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