Quizá fue su mujer la que
pasó por el mercado aquella mañana pero lo cierto es que los hongos, que el
Marqués de Altamira estaba preparando para la cena de la cuadrilla, exhalaban
olores divinos la noche del miércoles y quizá por eso Jon Galtzagorri, mientras
degustaba un aperitivo preparatorio observando el cariño maternal con el que el
cocinero los preparaba, dijo:
The First Scotland international XX Glasgow Herald (Glasgow, Scotland), Tuesday, March 28, 1871; Issue 9746 (Photo credit: Wikipedia) |
- En realidad no existen
dioses, al menos en el rugby, y quien decidió que la falta de un jugador
escocés era merecedora de un fácil golpe de castigo en vez de merecer una melé
por el involuntario pase adelantado que le hizo un compañero, fue un árbitro,
uno de los mejores árbitros del mundo oval- precisó el Barón de la Florida,
vaciando en una nueva ronda la botella de buen txakolí-.
- Tomada la decisión, los
escoceses se resignaron a lo que venía y, con lágrimas en los ojos, felicitaron
a sus rivales de las antípodas, después de que por un solo punto se quedaran
apeados de la Copa del Mundo –continuó Murray que, por prescripción facultativa,
solo bebe agua, incluso con cierta delectación-. La mejor jugada del domingo
fue la aceptación por la selección nacional escocesa de forma inmediata el
error del trencilla.
- Luego hemos venido los
millones de comentaristas a hacer una autopsia implacable del fallo con la
ayuda de innumerables repeticiones de los segundos en cuestión, del instante en
que se decidió “todo” –retomó Jon Galtzagorri, trayendo a la mesa la primera sartenada
de la cena- . Pocos han defendido la decisión del árbitro, entre esos pocos,
varios rugbiers escoceses, otros tenemos dudas aun, a pesar de la extraña nota
del comité arbitral de la Copa del Mundo que ha salido a decir que el árbitro se ha
equivocado.
- El árbitro es indiscutible precisamente porque se equivoca –nos recuerda
el Marqués de Altamira-.
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