Plaza de las Brígidas of Lasarte-Oria. (Photo credit: Wikipedia) |
En la gran sala de aparatos del polideportivo a primeras
horas de la mañana, esforzados ciclistas pedalean intensamente si avanzar un
solo metro. La conversación entrecortada, más entrecortada que la respiración
de alguno de ellos, se superpone a la música ambiente de “grandes éxitos
intemporales” que todos han olvidado.
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Me han dicho que han visto al “Kabra” en Lasarte
–Jon Galtzagorri informa al pelotón variopinto-.
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Pero ¿No vivía en Tonga, donde había naufragado?
– dice Murray embutido en un chándal verdaderamente intemporal porque ya ha
cumplido las bodas de plata con él desde las rebajas en que lo adquirió-. Habrá
venido a reforzar a los Beltzak quizá.
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No creo que Kabra esté a estas alturas de la
película para reforzar a nadie, su vida de rugbier le había pasado muchas
facturas la última vez que nos visitó – Galtzagorri comenta, él enfundado en
ropa deportiva de ésa en la que la marca salta a la vista hasta causar lesiones
oculares- Pero los Beltzak creo que no existen, deben estar tan desaparecidos
como los Belarrimotzak de Rentería sumidos en la anarquía del rugby no federado.
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No señor, los Beltzak de Lasarte siguen vivos y
haciendo rugby – el Barón de La Florida que lleva su atuendo favorito, ése por
el que también se le conoce como “La Pantera Rosa”, pone al día al personal-,
mantienen una escuela dominical de rugby y aprovechan también el campo de
Michelin –pronunciado “mishelen” por el Barón-, para jugar los mayores entre
semana y llevar al rugby a chavales y chavalas del pueblo.
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O sea que también hay apóstoles del balón oval
en Lasarte-Oria –concluye Galtzagorri-.
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