jueves, 26 de noviembre de 2015

HERNANI INSUMERGIBLE

Paisaje de Hernani
Paisaje de Hernani (Photo credit: Wikipedia)

Con el moquillo en la nariz, embutidos en sus impermeables bajo la lluvia, azotados por el viento, desde lugar seguro pero con los pies húmedos, unos amigos observan las obscuras corrientes y remolinos que un Urumea soberbio dibuja entre las haches de Landare Toki.  
-          Una vez más las aguas del río, que no es el Nilo precisamente, vuelven a ofrecer una crecida sobre los campos de rugby. No es una inundación anual precisamente, a veces parece una de esas pesadillas que son un mal sueño dentro de un mal sueño y de las que hay que despertarse varias veces. Ignoro si tanta agua tendrá alguna consecuencia positiva pero los aplazamientos de partidos, la suspensión de actividades formativas, el desplazamiento de entrenamientos y la ubicación temporal de toda esa inmensa vida del rugby hernaniarra en refugios de fortuna  no parece que sean algo bueno.
Lo que dice Galtzagorri en voz alta es lo que piensan los otros espectadores también pero en los rostros de todos hay un cierto aire de resignación, de aceptación de lo inevitable…
-          Hay un estudio oficial que prevé ir realizando obras, obras muy importantes y muy caras desde  Altzueta hasta el Kursaal –el Barón de la Florida lleva más de 30 años rebozándose en el barro negro de  la vega industrial sobre el que se pintan las rayas reglamentarias con la fé constante de los creyentes en el balón oval-, que disminuirán las inundaciones, se supone.
-          Cuando las ranas que no hayan muerto ahogadas tengan pelo, los de Hernani tendréis este campo por encima del nivel del agua –el Marqués de Altamira le sacude una colleja cariñosa-, más vale que se lo dejéis a los patos y os  dediquéis a explanar Santa Bárbara.

-          No lo digas en voz alta –le advierte Murray muy serio-, que los de rugby de Hernani son capaces, muy capaces.

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