jueves, 31 de marzo de 2016

GIPUZKOA TAN VERDE


En la radio sonaba el preludio del segundo acto de “El caserío”, la lírica de la música de Guridi contrastaba con el atasco de vehículos bajo cortinas de lluvia en un paisaje vasco de polígonos industriales, vías de ferrocarril, carreteras de señalización confusa y río con la mala intención de desbordarse que acostumbra. Galtzagorri se dirigía a su trabajo con la conducción defensiva de todas las mañanas, esquivando a los repartidores que escriben cada día nuevas normas de tráfico con sus furgonetas. Y el “manos libres” le trajo la primera llamada:
- Esto parece Limmerick de nuevo ¿Querías primavera? - El Barón de la Florida disfruta de las vacaciones escolares sin tener que acudir a pastorear adolescentes y debe de haber leído ya el periódico-, ¿Te vienes a Sant Boi?
- Estamos en primavera, primavera vasca pero primavera y no puedo ir a Sant Boi como sabes de sobra -todo dicho sin acritud mientras Galtzagorri observaba si las manchas del salpicadero eran hongos o no- ¿Crees que los chicos podrán traer algo positivo?
- Cosas más difíciles han hecho y yo apuesto a su favor si sabemos gestionar el banquillo.
Intercambiadas las banalidades inevitables, la música volvía a sonar, un coro femenino se lamentaba de la triste biografía de una doncella pero la segunda llamada mató sin piedad los acordes que se elevaban a pesar de las gotas de lluvia que formaban torrentes sobre el parabrisas.
- Llueve como en Cork ¿No? ¿Te acuerdas? -El ruido de los tornos como banda sonora a la voz del Marqués de Altamira indica que la jornada laboral ya ha comenzado- ¿El domingo después del partido os quedareis tu mujer y tú a comer en Ordizia?
- Neopreno, echo de menos mi neopreno para salir de casa -La flotabilidad del coche parece ponerse a prueba a la entrada de Donostia y Galtzagorri se resigna a llegar tarde-. Esperemos que los del Ampo no se dejen sorprender por esos catalanes y los dejen atrás de una vez ¡Que son muy flojos!
- No va a haber sorpresas ¿Entonces lo de costumbre para menú?

Cuando la conversación se acaba, dentro del parking no se oye la radio, Galtzagorri entona desafinadamente el coro de los esclavos de Nabucco, deja el coche bajo una luz verde y sale resbalando hacia su puesto de combate o de trabajo, que viene a ser lo mismo.

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