Aristide Labarthe se
ha levantado esta mañana de domingo cuando el sol y el viento sur
iluminaban el pasillo de la casa, se ha dirigido a la puerta para
recoger el “Sud Ouest” arrojado sobre el “ongi etorri” del
umbral. No ha cerrado la puerta y ha observado la calle silenciosa,
Baiona recluida sobre sí misma. Ha comprobado en los titulares que
no había sido un mal sueño: “Baiona toma un castigo en
Perpignan”. El increíble 66-6 no había sido tampoco una
alucinación, la cruda realidad se impone en su cerebro más encogido
que su estómago. Repasado el artículo sobre la mesa de la cocina,
el café y las tostadas han barrido los restos de las cervezas
desesperadas de la noche, la boina con el escudo sigue colgada en el
mismo clavo que el calendario “Orgullosos de nuestros colores”.
El juego de las escaleras y de las serpientes de los aficionados del
Aviron de todos los años.
- ¿Quién se irá
el primero Etcheto o Berbizier? - Madame Labarthe ha cogido las
ciruelas y las ha puesto sobre la mesa-, Creo que ninguno de los dos
pasará en el banquillo mucho más allá de las navidades…
Baiona se prepara
para el aperitivo del domingo, las campanas de la iglesia llaman a la
misa de las 11 pero los habitantes de la ciudad no las oyen, están
en el retrete evacuando sus emociones.
- ¡Abre la ventana,
cariño!
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