- ¡Hernani va a
Barcelona el próximo domingo ! -proclama Galtzagorri, desde la
bicicleta estática del gimnasio-. ¿Nos apuntamos al autobús?
- Ya te he dicho que
no desayunes antes de venir a sudar -Murray contesta, marcando
zancadas sobre la cinta sin fin-, que si te hacen un análisis de
orina, darás positivo.
- Hace mucho tiempo
que no nos llevas de excursión -Galtzagorri se queja, mientras se
balancea, como en una rampa del Tourmalet, a las órdenes del
programa que ha seleccionado-, y a lo mejor... a las familias les
viene bien descansar de nuestra presencia un fin de semana.
- Soy más
partidario de ir a Eibar a ver el partido contra el Zarautz, si no
quieres quedarte en Donostia para animar al Bera Bera frente a los
universitarios de Vigo
Murray está sujeto,
mientras camina sin avanzar, al manillar que tiene el aparato de
ejercicios y que sirve para no caer al resbalarse con la humedad que
se va formando por el sudor pero, de vez en cuando, un patinazo corta
el ritmo de la esforzada marcha. El pequeño pelotón de ciclistas a
su derecha se contorsiona en un baile sincopado, quizá siguiendo
distintos ritmos que llegan por los auriculares que todos llevan,
salvo Galtzagorri, cada día más sordo sin necesidad de ayuda.
- ¿Y comer en
Ordizia después de sufrir con el Ampo frente al Salvador?
-Galtzagorri insiste, al parecer con necesidad de salir de la ciudad
como sea- Seguro que eso te apetece.
- Me apetece estar
en todas partes, como a tí, pero también quiero estar con mi mujer
y los chavales -Murray pulsa el botón de parada y limpia con papel
el aparato-, y, además, en mi casa, como en la tuya, las decisiones
se toman por consenso o por mayoría cualificada, esto es, se hace lo
que vota quien piensa con la cabeza.
- ¿No puedes
convencer a tu mujer para que se venga a Barcelona con el autobús de
Hernani?
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