Aparcar en Éibar es
muchas veces complicado pero a veces es imprescindible el coche
particular para llegar a una cita en Éibar y luego hay que encontrar
el lugar de la comida, calle arriba pero, por fin, los cuatro
rugbiers -un rugbier nunca deja de serlo hasta el pitido final de la
vida-, aparecieron por la sociedad gastronómica.
- ¡Estoy de
caracoles, butifarra amb mongetes, escalivadas y otras samfainas
hasta la coronilla! -saluda Galtzagorri que ha vuelto de vacaciones
en la Costa Brava-, así que espero, Ignasi, que esta vez no nos
hayas preparado otra catalanada de las tuyas.
Iñaki, de
Ibarrekruz de toda la vida, pero catalán por vía de estudios y de
cónyuge que conoció en sus ratos libres por las Ramblas, no se
inmuta y acaba de preparar el tataki de ternera que deja a un lado,
mientras sirve los aperitivos.
- Supongo que no le
harás ascos a este “blanc de blancs” de macabeu y garnatxa que
me ha regalado mi cuñado, lo de regalado es un decir.
- Pasame un vichy
catalán que me toca conducir a la vuelta -responde el donostiarra-
¿Qué pasó el sábado que se os atragantaron los burgaleses una vez
más en Unbe?
- Supongo que
tenemos una plantilla corta aun y que convendría inyectar algo de
experiencia en los delanteros, controlar la disciplina de algunos y
seguir con el rodaje pero el partido no estuvo mal, a pesar de los
quince puntos que nos clavaron en golpes de castigo.
- BeraBera y Zarautz
fueron los únicos equipos guipuzcoanos que comenzaron bien -dice el
Barón de la Florida, abriendo la segunda botella del vino de
Peralada-, porque en Landare y en Altamira se anduvo muy cortos de
combustible.
- Estos primeros
partidos, cuando se pierden, siempre se dice lo mismo en todos los
equipos -dice el Marqués de Altamira, corrigiendo de aceite la sopa
de dos tomates que tiene delante-, tenemos la plantilla que tenemos y
no la que queremos, necesitamos un par de gordos con cuernos para la
primera línea, un pateador en racha y que los de siempre se aprendan
las reglas y los criterios de los árbitros.
- Pareces mi cuñado
el catalán -dice Murray, descorchando un negro vino del priorato-,
¡Vaya! Todo el mundo tiene un cuñado catalán.
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