miércoles, 6 de febrero de 2019

DE BEREZINA A WATERLOO


DE BEREZINA A WATERLOO
- Lo de la selección francesa en estos momentos es la “berezina” – dice Hiruntchiverry en el triste y desangelado bar del TGV a la vuelta de Paris -.
- En francés se dice que una situación de alguien es una “berezina” cuando se encuentra en una situación espantosa y sin salida – explica Aristide Labarthe ante la cara de estupefacción del Barón de la Florida -, como se encontró el ejército de Napoleón en la retirada de Moscú al llegar al río Berezina por un punto infranqueable y sufrir así unas pérdidas enormes en sus filas, a pesar de que por fin consiguieron cruzar el río construyendo dos puentes de fortuna.
- Pues al seleccionador Brunel se le está quedando una cara de Napoleón camino de la isla de Santa Elena, me parece – dice el hernaniarra pasando otra ronda de cervezas -, y eso no es bueno para el equipo que tiene que ir a Twickenham a enfrentarse con los ingleses, ingleses que vienen de laminar a los irlandeses.
- Pues yo creo en el equipo – dice Patricia Labarthe que sigue vestida de animadora de la selección gala, el maillot azul un poco sobado después de tres días de uso intenso -, aunque esté en lo más duro, con la primera parte que hicieron, si no hubieran regalado un par de ensayos al contrario, el resultado hubiera sido diferente.
- Eso es verdad, el equipo está en reconstrucción – Margot Hiruntchiverry con los trapos nuevos que se ha comprado por París está de un optimismo subido -, a pesar de todas las derrotas, se puede sacar siempre algún aspecto positivo, como la aportación de los jóvenes en este partido, y el equipo de Francia va a tener una nueva imagen enseguida.
- Pues lo del domingo que viene me está recordando aquella película rusa sobre Waterloo – dice el Barón de la Florida mientras el TGV llega a Baiona -, cuando los “grognards” de Napoleón están en la última resistencia, los ingleses les culminan a rendirse, los “grognards” dicen “merde”, no se entregan y el ejército inglés acaba con ellos a cañonazos casi a bocajarro, ante la mirada triste de Chistopher Plummer como Wellington.

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