sábado, 27 de julio de 2019

VIRGEN DE PADURA

 Este folletín por entregas irregulares comienza en

Iñigo de Arriluze y Saint Lon les Mines es conocido socialmente por ser vocal de varios importantes consejos de administración, además de rico, es un hombre culto y cordial. De joven, cuando jugaba a hockey en el equipo de Jolaseta, era conocido por “Harry el marqués” y en su familia y círculo de amistades le sigue llamando Harry, durante su breve paso por el rugby universitario, también era llamado Harry. Arriluze es una bronceada cara habitual en los pantalanes del Real Club Marítimo y en los anchos links del Golf de Neguri pero aquella noche, sobre las 10 de la noche, en la capilla de la casa-torre familiar, sita en el centro del pueblo de Arrigorriaga, más parecía un deshonesto anticuario a punto de hacerse gratuitamente con una pieza a traficar que un financiero bilbaino respetado en el botxo, vestido de ropa oscura y con la pobre iluminación del recinto. Sacó la imagen de la maleta con manos enguantadas, apartando las bragas y sostenes que envolvían y protegían la virgen y el niño, todo ello con exquisito cuidado. Manu Majors, con el cheque de sus honorarios en el bolsillo de la chaqueta, asistía a aquella especie de ceremonia de entronización, desarrollada en silencio.
Iñigo dejó la imagen que le había traído el abogado sobre el altar, sacó un mando a distancia del bolsillo de su chaqueta y fue desconectando alarmas y sensores que protegían la idéntica figura, la misma hierática virgen María, el mismo niño Jesús con el balón, los mismos colores viejos del paso del tiempo… que presidía el retablo dorado. Luego con la agilidad de sus cincuenta deportivos años se alzó sobre la mesa de celebraciones religiosas y con una mano cogió la que ya se encontraba en el sitio de privilegio y se la lanzó a Majors, sorprendido por su falta de peso.
- Resina de poliéster – le informó su cliente mientras completaba la maniobra de poner una en el sitio que había ocupado la otra -, una réplica exacta, se utilizó la original para hacer el molde, luego te cuento.
Después de dejar la auténtica virgen de Padura en su sitio y de activar de nuevo las medidas de seguridad, ambos se dirigieron de nuevo a la vivienda habilitada en la planta noble de la pequeña fortaleza. Las dos mujeres les habían preparado un “picoteo” de jamón, lomo, chorizo y vinos de la Ribera del Duero y los cuatro se sentaron en lo que era una especie de despacho con biblioteca y dotado de un rincón confortable con sofás y la mesita en la que estaba dispuesto el juego de platos y de bebidas, allí Arriluze y Saint Lon les Mines les habló a los tres.
- El aitá hizo mucho dinero en tiempos de Franco pero nunca creyó que el régimen fuera eterno, así que siempre iba poniendo parte de los huevos en una huevera suiza pero a comienzos de los años setenta empezó también a poner a salvo algunas piezas de arte, cuadros sobre todo. La virgen de Padura era un problema, al ser una talla con mil años de historia, ligada al nacimiento del Señorío de Vizcaya, con fama de milagrosa y visitada anualmente por el Obispo, a veces acompañado de Cardenales y Arzobispos su “exportación” era un problema, además la Comunión Tradicionalista, que ahora es una secta reducida pero en aquellos años aún tenía cierto peso, celebraba sus ceremonias y ritos religiosos en la capilla desde tiempos de Zumalacarregui. Así que mi padre, que quería conservarla como un seguro para la familia y alejada de los tiempos turbulentos que él creía que se avecinaban con la muerte del Caudillo, pensó en que había que hacerle una réplica para no llamar la atención pero no encontraba manera. Y Franco se murió, con lo que estaba de los nervios... entonces apareció un amigo suyo, un aristócrata catalán, Ignacio Coll, creo, un caradura que solía visitarle en su despacho de la Gran Vía para sablearle unas pesetas y sacarle una comida en La Bilbaina, el cual le regaló un enorme escudo del Zazpiak Bat. A mi padre casi lo mata con el regalo, él que se dio de baja en el censo de Arrigorriaga cuando legalizaron la ikurriña y la pusieron en el balcón del ayuntamiento y se domicilió en Estella... pero el escudo aquel parecía de madera y era de plástico, de resina de poliéster, y los fabricaba un amigo de Coll en Donosty. A partir de ahí, te lo imaginas, el aitá localizó al artista, éste vino a Arrigorriaga y con toda discreción hizo un molde de silicona de la virgen, en el molde vertió una mezcla de resinas y allí se les apareció la virgen. Luego con paciencia infinita el artista la pintó y terminó y así mi padre pudo enviar a lugar seguro esta joya única del arte románico que, como sabes, nos sirvió de prenda en garantía cuando hubo que sacudirle dinero a la banda para que nos dejara en paz y tuvimos que pedir un préstamo en Luxemburgo al conde Drácula.
- ¿Y por qué la has recuperado ahora si ninguno nos habíamos enterado del cambiazo?
- Resulta que en el mundillo del tráfico internacional de arte hasta los secretos más secretos tienen un precio y mientras que por un lado se me estaban haciendo ofertas irresistibles para adquirir la de madera desde círculos parisinos que cuentan con vínculos en la masónica administración de la República Francesa, por otro lado la Consejería Cultural de este batzoki de país que tenemos está empeñada en que un equipo de estudios de su confianza la analice  y valore para que nuestra familia haga con ella una generosa donación al patrimonio de todos los vascos de bien. Así que he tenido que saldar algunas deudas con ciertos caballeros que no me las exigían pero que no me las perdonaban y por eso he contado con tus servicios, eficaces servicios, por cierto.
- ¿Que hacemos con la copia de plástico?
Majors había puesto la figura en el suelo al lado de la mesita y, sin perder hilo del relato, de vez en cuando jugaba a dejar una copa de vino en equilibrio sobre la cabeza.
- Pues te la regalo, la puedes poner en el despacho, al fin y al cabo es tan milagrosa como el original, la hermana del obispo vino hace un par de años a pedirle desesperadamente quedarse embarazada en su santo matrimonio con un Carvajal de ésos, porque hasta en la Clínica del Opus de Pamplona le habían dicho que era imposible, y ayer vino el propio obispo a agradecerle a la virgen de resina de poliéster que su hermana ha dado a luz mellizos, al parecer un poco negros, tan negros como un exiliado venezolano que anda por Bilbao, pero mellizos, un verdadero milagro ¿No?

siguiente capítulo
 
 

No hay comentarios: