viernes, 13 de septiembre de 2019

CUBA LIBRE

 Este folletín por entregas irregulares comienza en


- Para mi el cubata de costumbre – dijo el clérigo de color, de color oscuro, al camarero -, pero el ron de ración de marinero y no de maricón, por favor.
El sacerdote guineano Benito Jones Diallo y el teniente de la Guardia Civil Fernando Ustarroz bebían ron con coca-cola los domingos a la tarde, el cura no pasaba de tres consumiciones normalmente y el militar nunca finalizaba la única que pedía y, sin embargo, era el cura el que más hablaba mientras que Ustarroz se perdía en sus pensamientos.
El mozo del Cappuccino les conocía por la visita repetida, raro el domingo en que no se dejasen caer sobre las 7 de la tarde, y como ya no quedan clientes que beban “cubalibres”, le parecían tan antiguallas como él, que esperaba un acelerón del calendario para jubilarse de una vez.
El cura describía su semana ocupada a atender las necesidades espirituales de centenarias feligresas de desaparecidas parroquias del interior de la isla, las múltiples misas y oficios que se acumulaban el fin de semana y la falta de medios que el obispado, más ocupado en las relaciones públicas y privadas del mundo material que en llevar por el duro camino de la salvación al cada vez más escaso rebaño de ovejas blancas que aun triscaba hostias – así lo contaba el párroco ambulante sin pestañear -, por los páramos del interior, e, ironías del destino, cada vez más ovejas negras o indias se tenían que emplear en atender la grey mallorquina.
- Y el buen niño Jesús antes fue llevado a Guinea por los españoles junto con la lengua y ahora vuelve a España de la mano de misioneros que son los hijos espirituales y, muchas veces carnales, de aquellos propagandistas ¿Ves para que servía el Domund de tu infancia?
- Benito no me toques las narices, que me parece muy bien que comas de un trabajo honrado y necesario como el tuyo, que alguien tiene que despedir a los muertos y consolar a los vivos, aunque sea un feo negrata adicto al cubata y perdona el pareado, pero tú crees tanto en que el zombi palestino aquel era hijo de Jehová como yo.
Pero Benito Jones Diallo no estaba interesado para nada en los comentarios blasfemos del navarro sino que seguía con sus disquisiciones sobre la falta de colaboración de las jerarquías con las tropas sacrificadas por los caminos polvorientos de la isla, cháchara solo interrumpida cuando alguna bella pecadora entraba en la cafetería o la abandonaba y se veía obligado por su profunda vocación a evaluar cuanta lujuria podía levantar la misma.
- Voy a tener que pedir un favor a alguien, quiero seguir un asunto hasta el final y tengo que lograr que me manden a Bilbao cuanto antes.
- ¿Cómo se llama ella?
- ¡Coño Benito! Que es por un tema profesional, que hay un caso abierto, del que no te puedo hablar porque al tercer cubata tu secreto confesional se va a la mierda, y este caso va a pasar a Madrid y de Madrid al frigorífico y las pistas se van a enfriar y no se va a resolver y…
- ¿Que cómo se llama ella? ¿Es vasca?
- De Bilbao, vale ¿Eh? Y se llama Begoña, como todas las de Bilbao, y en cuanto la vi, y estaba hecha una piltrafa, que me dije que era ella, la que yo esperaba, pero la he conocido cuando no era el momento ni el lugar.
- Yo tengo una tía lejana, Exuperancia, que tiene muy buenos contactos en la Dirección General de la Guardia Civil, supongo que le puedo comentar que quieres un traslado a Bilbao, supongo que ahora que no hay tiros por allí, habrá tortas por el destino, pero con intentarlo no se pierde nada.
El cura pidió una ración de aceitunas rellenas para hacer masa que amortiguase los efectos del segundo cuba-libre que también pidió, el de Fernando estaba prácticamente entero.
- ¿Si tú quisieras irte de la isla inadvertidamente, sin que el obispo se enterase de que harto de comer conejo isleño te quieres ir a Bilbao a ver a qué tal están las almejas a la vizcaína, cómo lo harías?
- Como tú, en un barco particular, en cualquier puerto te puedes alquilar una lancha rápida o un yate cojonudo que te acerque a Valencia por ejemplo, estás allí en 8 horas y luego de allí coges el avión o un coche o el tren o lo que sea. Y sabes que gente que te haga un favor siempre existe, depende del dinero que tengas.
Fernando Ustarroz estuvo repasando la carpeta del asunto por la noche en el apartamento, posiblemente la coca-cola le había desvelado, estaba seguro de que la pareja de esbirros que se había cargado al financiero bilbaíno se había ido por mar desde hacía días, no había salida alguna sospechosa por el aeropuerto, el abandono del vehículo en un polígono industrial cercano había sido una maniobra de despiste ciertamente eficaz pero maniobra. Las huellas digitales y los restos de adn encontrados en el piso no habían sido aprovechables, la limpieza que los sujetos habían realizado rematada por la propietaria había sido eficaz pero el Laboratorio de Análisis había conseguido un juego completo de huellas en el Marca, no eran huellas de nadie fichado en España ni en Alemania, aun faltaban respuestas de Interpol, pero estaba convencido de que tarde o temprano servirían para encontrar a los asesinos. Los dos gitanos seguían en la cárcel y no iban a salir por un tiempo, la policía de Osnabrück había enviado una solicitud de ayuda, una familia alemana había presentado una denuncia, sus dos hijas, una de ellas menor, habían sido violadas la última noche que pasaron en Mallorca, tras un cotejo del adn de las víctimas con el encontrado en los asientos del BMW, para asombro del policía alemán, la guardia civil pudo informar que habían arrestado a los autores del delito, así, como decía Fernando, a bote pronto.

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