Este folletín por entregas irregulares comienza en
- Para mi el cubata
de costumbre – dijo el clérigo de color, de color oscuro, al
camarero -, pero el ron de ración de marinero y no de maricón, por
favor.
El sacerdote
guineano Benito Jones Diallo y el teniente de la Guardia Civil
Fernando Ustarroz bebían ron con coca-cola los domingos a la tarde,
el cura no pasaba de tres consumiciones normalmente y el militar
nunca finalizaba la única que pedía y, sin embargo, era el cura el
que más hablaba mientras que Ustarroz se perdía en sus
pensamientos.
El mozo del
Cappuccino les conocía por la visita repetida, raro el domingo en
que no se dejasen caer sobre las 7 de la tarde, y como ya no quedan
clientes que beban “cubalibres”, le parecían tan antiguallas
como él, que esperaba un acelerón del calendario para jubilarse de
una vez.
El cura describía
su semana ocupada a atender las necesidades espirituales de
centenarias feligresas de desaparecidas parroquias del interior de la
isla, las múltiples misas y oficios que se acumulaban el fin de
semana y la falta de medios que el obispado, más ocupado en las
relaciones públicas y privadas del mundo material que en llevar por
el duro camino de la salvación al cada vez más escaso rebaño de
ovejas blancas que aun triscaba hostias – así lo contaba el
párroco ambulante sin pestañear -, por los páramos del interior,
e, ironías del destino, cada vez más ovejas negras o indias se
tenían que emplear en atender la grey mallorquina.
- Y el buen niño
Jesús antes fue llevado a Guinea por los españoles junto con la
lengua y ahora vuelve a España de la mano de misioneros que son los
hijos espirituales y, muchas veces carnales, de aquellos
propagandistas ¿Ves para que servía el Domund de tu infancia?
- Benito no me
toques las narices, que me parece muy bien que comas de un trabajo
honrado y necesario como el tuyo, que alguien tiene que despedir a
los muertos y consolar a los vivos, aunque sea un feo negrata adicto
al cubata y perdona el pareado, pero tú crees tanto en que el zombi
palestino aquel era hijo de Jehová como yo.
Pero Benito Jones
Diallo no estaba interesado para nada en los comentarios blasfemos
del navarro sino que seguía con sus disquisiciones sobre la falta de
colaboración de las jerarquías con las tropas sacrificadas por los
caminos polvorientos de la isla, cháchara solo interrumpida cuando
alguna bella pecadora entraba en la cafetería o la abandonaba y se
veía obligado por su profunda vocación a evaluar cuanta lujuria
podía levantar la misma.
- Voy a tener que
pedir un favor a alguien, quiero seguir un asunto hasta el final y
tengo que lograr que me manden a Bilbao cuanto antes.
- ¿Cómo se llama
ella?
- ¡Coño Benito!
Que es por un tema profesional, que hay un caso abierto, del que no
te puedo hablar porque al tercer cubata tu secreto confesional se va
a la mierda, y este caso va a pasar a Madrid y de Madrid al
frigorífico y las pistas se van a enfriar y no se va a resolver y…
- ¿Que cómo se
llama ella? ¿Es vasca?
- De Bilbao, vale
¿Eh? Y se llama Begoña, como todas las de Bilbao, y en cuanto la
vi, y estaba hecha una piltrafa, que me dije que era ella, la que yo
esperaba, pero la he conocido cuando no era el momento ni el lugar.
- Yo tengo una tía
lejana, Exuperancia, que tiene muy buenos contactos en la Dirección
General de la Guardia Civil, supongo que le puedo comentar que
quieres un traslado a Bilbao, supongo que ahora que no hay tiros por
allí, habrá tortas por el destino, pero con intentarlo no se pierde
nada.
El cura pidió una
ración de aceitunas rellenas para hacer masa que amortiguase los
efectos del segundo cuba-libre que también pidió, el de Fernando
estaba prácticamente entero.
- ¿Si tú quisieras
irte de la isla inadvertidamente, sin que el obispo se enterase de
que harto de comer conejo isleño te quieres ir a Bilbao a ver a qué
tal están las almejas a la vizcaína, cómo lo harías?
- Como tú, en un
barco particular, en cualquier puerto te puedes alquilar una lancha
rápida o un yate cojonudo que te acerque a Valencia por ejemplo,
estás allí en 8 horas y luego de allí coges el avión o un coche o
el tren o lo que sea. Y sabes que gente que te haga un favor siempre
existe, depende del dinero que tengas.
Fernando Ustarroz
estuvo repasando la carpeta del asunto por la noche en el
apartamento, posiblemente la coca-cola le había desvelado, estaba
seguro de que la pareja de esbirros que se había cargado al
financiero bilbaíno se había ido por mar desde hacía días, no
había salida alguna sospechosa por el aeropuerto, el abandono del
vehículo en un polígono industrial cercano había sido una maniobra
de despiste ciertamente eficaz pero maniobra. Las huellas digitales y
los restos de adn encontrados en el piso no habían sido
aprovechables, la limpieza que los sujetos habían realizado rematada
por la propietaria había sido eficaz pero el Laboratorio de Análisis
había conseguido un juego completo de huellas en el Marca, no eran
huellas de nadie fichado en España ni en Alemania, aun faltaban
respuestas de Interpol, pero estaba convencido de que tarde o
temprano servirían para encontrar a los asesinos. Los dos gitanos
seguían en la cárcel y no iban a salir por un tiempo, la policía
de Osnabrück había enviado una solicitud de ayuda, una familia
alemana había presentado una denuncia, sus dos hijas, una de ellas
menor, habían sido violadas la última noche que pasaron en
Mallorca, tras un cotejo del adn de las víctimas con el encontrado
en los asientos del BMW, para asombro del policía alemán, la
guardia civil pudo informar que habían arrestado a los autores del
delito, así, como decía Fernando, a bote pronto.
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