martes, 25 de mayo de 2021

OVEJAS LATXAS

- Durante años dimos a nuestros hijos un mensaje claro, muy claro: los infanticidios, los secuestros, la dictadura de barrio… eran pasos necesarios para un futuro mejor en que Euskal Herria sería un paraíso en la tierra donde una cooperativa de pastores euskaldunes iba a cuidar felices ovejas latxas para siempre jamás, solo abertzales y ovejas latxas en verdes praderas de hierba sin alteraciones genéticas.

 Jon Galtzagorri, mal afeitado y con las greñas flotando en el aire, salía del Palacio de Justicia de Atocha arrastrando los pies en unión de Manu Majors, impecable en su traje gris y con la corbata de seda anudada como mandan las normas de la elegancia bilbaína. El abogado donostiarra hablaba, no callaba desde hacía un rato, con un tono de resignación.

- Y el futuro que nos ha traído aquella negra historia de mierda y sangre que nos ha marcado a muchos está aquí y ahora encarnado por Arnaldo en plan aspirante a Lehendakari como una joven promesa de financiero bilbaíno que acaba de obtener su título en la Comercial de Deusto, pero Arnaldo ya no es joven, ni es promesa, ni es financiero ni su título de pastor indiscutible de ovejas latxas lo ha obtenido en la Comercial sino que lo ha sacado en los pozos y alcantarillas de aquella historia.

- ¿Vamos a la terraza del Tribuna Norte?

- Con esta brisa de los cojones, mejor vamos a Tabacalera.

- Me parece que la segunda dosis de Astra Zeneca te ha traído unos extraños efectos secundarios, te noto especialmente amargado esta mañana.

- Debe ser el rebaño de ovejas latxas que he contado esta noche para dormir, todas con mascarilla de diseño de becaria del Museo Balenciaga, por cierto, que se dirigían alegres y confiadas a la fiesta de la  esquila en los prados de Urbía.


- Un poco de fiesta al aire libre no nos hace mal a nadie, siempre que guardemos las distancias de seguridad, y es la forma de que la economía capitalista se ponga de nuevo en marcha, hace falta provocar un ciclo alcista para que esta sociedad funcione.

- Lo peor es que me he dormido tarde y mal, pero me he despertado peor, en vez de abrazado a la hermosa pastora que me consolaba en sueños, me he despertado agarrando la radio de la mesilla en la que se oía al pelma de Arnaldo echando balones al tejado del batzoki como si él fuera un alienígena recién llegado de una galaxia muy lejana. No sé quién me había quitado “Sinfonía de la mañana” para despertarme.



 

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