César Alierta, el primo César de Isabel mi mujer era el tío Gilito de la familia pero en buen carácter, al menos conmigo. Creo que nos apreciábamos, yo era su primo comunista -así me presentaba a sus colegas en los saraos y cenas -, el único de la familia que le había llamado para amenazarle con darle un par de hostias si seguía mandando un giro mensual a mi mujer Isabel, me explicó que ayudaba a unos 60 de la familia y que una más no le importaba. Un buen tipo, a pesar de que tenía amistades peligrosas con el Papa, Javier de la Rosa o el cretino de bigote que nos lió con la guerra de Irak… lo de darle palique al Santo Padre me hacía gracia pero lo que más me gustaba era cuando decía que nos envidiaba a mi amigo Javier (Otra ausencia) y a mi cuando nos veía trepando por esos picos de los Pirineos desde su helicóptero – se alquilaba un helicóptero para el veraneo en Villanúa e incluso nos paseó en él a mi hijo mayor, su mujer y mis nietas -.
Supongo que ahora saldrán las necrológicas necrófagas de tantos plumillas que han vivido del dinero con el que César les ha untado, sobre todo cuando tuvo problemas con la justicia – en ningún momento dudé de que iba a ser absuelto -, pero, para mi, se ha muerto un amigo, un amigo más que un primo, alguien que me animó en la muerte de Isabel « Rezaré yo por ella, ya que tú, cacho ateo no lo harás, hein », alguien que me dio buenos consejos « No inviertas en Bolsa, en Bolsa siempre ganamos los mismos y siempre perdéis los mismos » , alguien que me hizo llorar hablando de Ana su mujer fallecida antes, que me hizo reír con sus desayunos en el Vaticano o con sus cocidas en sanfermines « He comprado que me abran el aeropuerto para despegar cuando se me acabe el buen rollo, hein ¿?».
Un abrazo César y « no, no bebo whisky a estas horas, no insistas »
Te echaré de menos, la muerte, la nada, la inexistencia es lo que tiene.
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