- Tractores agrícolas por las autopistas, remolques llenos de ruedas viejas que nadie quiere reciclar gratis o de purines que no se pueden emplear como abono… símbolos de la intelectualidad agraria que no da para ir a la Bolsa o al Club de Golf con esas armas y atacar a sus enemigos, los que les atacan desde la altura del poder financiero – dice Imanol Hiruntchiverry, encajándose como puede en el asiento delantero derecho del utilitario -.
- Posiblemente porque tampoco les serviría de nada, así que mendigan ayudas del Estado que son pagadas por ellos mismos y los que sufren los atascos que provocan y que los burócratas, al servicio de los amos de la Bolsa y el Golf, no tienen otro problema para darles que hacer una operación contable en las cuentas públicas.
Jon Galtzagorri le contesta, saliendo del aparcamiento de fortuna de Santesteban – este año no ha dejado el coche en la carretera de Ituren -, y se dirige hacia Bera.
- En realidad, no hay reivindicaciones claras, hay un cabreo generalizado y más vale que nos fastidien un poco la vida a los demás y no que vayan a ahorcarse a la cuadra de las vacas, después de haberles cambiado el lecho de helechos.
- Lo cierto es que, al final, acabarán ahorcados, es lo que les va… en tu lado, votando a la rubia Le Pen y, en este lado, al equivalente Feijóo que total, como el guapo de Sánchez, hacen lo que les mandan esos amos.
Han llegado a Bera que, como su nombre ya no indica, está a la vera del Bidasoa mismamente y, Galtzagorri deja el coche entre camiones que llevan marcadas las muescas de los accidentes de tráfico que han tenido desde Pamplona a la frontera. El restaurante tiene una explanada en la que quedan escasos huecos.
- Esos amos partidarios del desarrollo, del crecimiento, que les ponen delante la muleta de la ecología para que la embistan.
- El que cree en un crecimiento ilimitado en un mundo limitado es... o un loco o un economista.
- No, lo que tiene es un hándicap muy bajo en golf.
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